Si te encuentras leyendo este texto es muy probable que tu creatividad haya decidido hacer las maletas y alejarse de ti durante una temporada. Seguramente, y por si la angustia no fuese suficiente, ni tan siquiera se habrá dignado a allanarte el terreno con el tópico típico “no eres tú, soy yo”. Tampoco habrá tenido la decencia de dejarte una nota informándote sobre los motivos de su abandono, ni tampoco de cuán prolongada deberá ser tu espera. Todo aquel que se dedique a la Publicidad habrá experimentado alguna vez el abandono de la creatividad, ese que nos hace decir inconscientemente aquello de “ahora mismo no estoy inspirado”. También habremos oído un sinfín de veces ese “es que yo no soy creativo”, pronunciado por cualquier tipo de persona, de muy diversas edades y de cualquier campo profesional. Si algo tienen en común todos ellos, es que sufren un aletargamiento creativo temporal o crónico, dependiendo de la gravedad de la situación. En otras ocasiones ya hemos hablado de que la creatividad es una habilidad que se entrena y con la que todos contamos, pero ¿qué es aquello que provoca que nuestra aliada se ponga a jugar al escondite? En aquellos casos en los que la creatividad lleva tanto tiempo adormecida que empieza a parecerse a La Cenicienta, las causas que pueden haber originado tan temible hechizo pueden ser muy diversas: 1.- Una infancia con demasiada planificación y con poco tiempo de diversión y juego libre. El exceso de organización y los entornos altamente restrictivos pueden provocar una excesiva necesidad de control que nos lleva a ser personas menos creativas. Si desde pequeños nos vemos arrastrados a realizar demasiadas actividades extraescolares y planes forzados que nos dejan exhaustos y sin energía para jugar e imaginar, en definitiva, para ser niños, es probable que en nuestra edad adulta no demos importancia a actividades que enriquecen nuestras capacidades creativas. 2.- Falta de respeto por las múltiples inteligencias en la familia, haciendo ver que solo son importantes las asignaturas “más serias” y restando importancia a otras como la educación plástica o artística, el deporte, la ética y ciudadanía… En el entorno educativo estas disciplinas son tratadas con poca seriedad y se da a entender a los niños que son un entretenimiento, un oasis en mitad del desierto de rutina que les permite despejar la mente, pero de ninguna manera es una opción profesional ni algo con lo que tratar en nuestro día a día. Si a esto añadimos una familia que no aprecia que su hijo en vez de ser habilidoso con las matemáticas, lo sea con la pintura o contando historias, tendremos como resultado un niño frustrado por creer que no es inteligente y que no apreciará sus cualidades como una futura salida laboral. 3.- La falta de curiosidad: algunas de las mejores ideas se nos ocurren a partir de conexiones que establecemos entre diversos conocimientos adquiridos a lo largo de nuestra vida, entre conceptos y elementos que nunca antes habían sido vinculados. Si nos limitamos a pasar por la vida de puntillas e intentando no mancharnos mucho, nunca seremos capaces de descubrir nuevas conexiones, pues lo evidente, lo que está al alcance de cualquier ojo, ya fue conectado hace mucho tiempo por alguien que llegó antes. La curiosidad es esencial para encontrar ideas verdaderamente creativas y novedosas. 4.- Poco interés cultural: alimentar nuestros conocimientos con frecuencia es un hábito de vital importancia para fomentar nuestra creatividad. Si lo descuidamos, es muy probable que tengamos problemas a la hora de dar rienda suelta a la creatividad. Para agilizar el proceso creativo es necesario que incluyamos actividades culturales entre nuestros planes siempre que nos sea posible: ve al cine a ver esa película que acaban de estrenar, o quédate en casa viendo esa otra que es un clásico y que nunca dejará de gustarte. Sal a dar un paseo por tu ciudad y disfruta del arte urbano, o visita el museo en el que hace unos días inauguraron esa exposición tan interesante. Lee un libro, ves a comer con tus abuelos y pregúntales cómo vivían cuando eran pequeños… Cualquier plan que incluya la adquisición de nuevos conocimientos será bueno. 5.- El miedo al rechazo o a hacer el ridículo y la facilidad para rendirse o perder la motivación. Las personas que no toleran adecuadamente la presión y la frustración y que tienden a bajar su grado de compromiso a medida que ven rechazadas sus ideas, pierden la facilidad para ser creativos. La creatividad implica un alto grado de compromiso para poder crecer, sino riegas una planta morirá y si no ejercitas tu cuerpo y lo alimentas adecuadamente, no se mantendrá saludable. Lo mismo ocurre con las capacidades creativas: necesitan nutrición y entrenamiento para poder desarrollarse. Para aquellos que hacemos de la creatividad una profesión, o una manera de ver la vida y padecemos temporalmente la ausencia de nuestra amada, los síntomas pueden ser comunes (nerviosismo, enfado, interminables paseos de un extremo a otro de la oficina…), aunque los motivos que lo originan, al igual que en el caso anterior, pueden ser de todo índole: 6.- Los jefes que no apuestan por sus empleados y que lideran agencias cuadriculadas y anticuadas. Cualquier empresa, venga de dónde venga y vaya a dónde vaya, es un claro reflejo de la persona que la creó, y también de quien la dirige si es que no son la misma persona. Un jefe que no apueste por la creatividad generará desconfianza en su equipo sobre ellos mismos y sus facultades, haciendo que pierdan poco a poco esa chispa creativa que les caracterizaba, o que ésta quede inutilizada temporalmente. Si te encuentras inmerso en esta tediosa espiral con demasiada frecuencia, quizás sea el momento de replantear tu futuro profesional. 7.- Discusiones laborales o problemas personales: estas situaciones son unas fuertes precursoras del estrés y el mal humor, grandes amigos de los bloqueos creativos. Aunque evitarlas no sea posible, sí que podemos encontrar la manera de olvidarnos de ellas durante un rato. Poco a poco y a medida que superamos estos períodos, aprendemos a canalizar nuestras emociones negativas y a lidiar con ellas. Si te has levantado con el pie izquierdo y has tenido una discusión con tu pareja, puede que te ayude dejar a un lado por un día el coche o el transporte público e ir al trabajo dando un paseo o en bicicleta. Busca aquello que te ayude a quemar la energía restante y a reducir el estrés. 8.- Una despreocupación prolongada por nuestro bienestar: los publicitarios a menudo nos enfrentamos a una alta carga de trabajo que nos lleva a descuidar nuestra herramienta más importante: nosotros mismos. Un largo periodo con problemas que comprometan la calidad o cantidad de horas de sueño, así como unos malos hábitos alimenticios y la falta de ejercicio físico, llevan nuestras capacidades mentales al límite, haciendo imposible que nuestra bombilla se encienda. El sedentarismo es tan malo física como mentalmente, y debemos desprendernos de él cuanto antes. 9.- Clientes que insisten en mantener la misma línea comunicativa que cuando se fundó la empresa, medio siglo atrás. Cuando algo ha funcionado una vez es difícil desprenderse de ello, no obstante es necesario ver cuándo su efectividad ha llegado a su fin para no caer en el olvido comunicativo. Tratar con aquellos clientes que poseen escasas nociones publicitarias, comunicativas e incluso marketinianas, puede ser frustrante y perjudicial para la salud de nuestra creatividad. Son clientes que suelen padecer fobia a asumir nuevos riesgos comunicativos y a abandonar los eslóganes rancios y que no conectan con su público, por lo que las ideas que un buen creativo considere más convenientes, no serán de su agrado. Como habéis podido ver, los motivos por los que la creatividad se duerme, cae en coma, o incluso fallece, son muy diversos. No obstante, os aliviará saber que aún no está todo perdido: como ante cualquier situación problemática, el primer paso que deberíamos dar es identificar dónde reside el problema, ¿cómo podemos arreglar algo que no sabemos por qué no funciona? Además, y si de verdad te sientes decidido a acabar con la sequía creativa que te invade, quizás te interese saber cómo fomentar tu capacidad creativa o cómo vencer al bloqueo creativo. Imagen cortesía de shutterstock
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