La fuerza motora del actuar en las personas es la emoción. Ella viene acompañada de un sinnúmero de facetas que poco a poco vamos canalizando para identificarnos con unas cuantas y ser de cierta manera “expresivos”. Se comenta que el vendedor innato debe tener una fuerza emocional tremendamente grande; que ocupe gran parte de su corazón y que irradie fácilmente a sus prospectos. Lo cierto es que el 66% de los vendedores en américa latina no se sienten plenamente felices con sus trabajos, lo cual hace que no expulse su potencial emocional al máximo, generando una pobre presentación del negocio. Veamos algunas de ellas y cómo se usan en un entorno tan cambiante, tan impermeable y tan “emocionante”.
- Alegría: todos sabemos que “debemos” estar felices en todo momento. Lo extraño del asunto es que la felicidad es ahora una obligación, cuando lo normal es que todos expresemos esa fraternidad con todo el mundo. Por eso, es importante hablar seguido con la fuerza de ventas y con los líderes del área comercial, para que simplemente transmiten ese sentimiento y no lo impongan.
- Factor sorpresa: extender la misma mano con un detalle diferente a nuestros clientes es menester de una gran retribución de su parte. Hacer que la conexión emocional brille por el asombro positivo es sin lugar a dudas un arma eficaz.
- Miedo: todos compramos por miedo. De igual manera, todos tenemos miedo cuando adquirimos un producto y proyectamos que no cumpla con nuestras expectativas. Por eso, hay que ir junto al cliente e indicarle paso a paso las características intrínsecas y circunstanciales que hacen del producto la opción más conveniente para el (ella)
Finalmente, ¿Por qué nos cuesta tanto ser emocionales? Sonreír es gratis. Saludar es gratis. Seducir es gratis. Conquistar es gratis. Fidelizar… bueno, no es tan gratis, pero verás que si lo logras, los esfuerzos emocionales los harás ¡GRATIS! Imagen cortesía de Shutterstock
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