Hay un dicho muy sabio que dice: “Dios no le da alas a los alacranes”, y vaya que Dios es un personaje muy sabio. En publicidad, (como probablemente en otras profesiones) abundan las personas nefastas y es que hay que reconocer y aceptar que existen límites que cuando se traspasan, la convivencia y el trabajo se vuelve tedioso. Los creativos (la mayoría) como todos sabemos, carecen de humildad y muchas veces son las reinas de la noche (y del día), pero de eso ya he hablado infinidad de veces. El problema empieza cuando su instinto diva se empieza a transformar en un monstruo llamado: Pedantería. No existe cosa más fea y nefasta que tratar con alguien insufrible, sabelotodo, irritante y pedante. Pero si en algún momento llegara a pasarte aquí unos simples pasos que te salvarán de morir en una rabieta sin igual.
- A cualquier pregunta, comentario o sugerencia que haga el personaje en cuestión, simplemente responde: ¡Claro! Cómo no lo vi antes, qué tonto soy, que alivio que me sacaste de la ignorancia, gracias.
- Si el personaje se pone a hablar de temas demasiado “elevados” y usa palabras rimbombantes, tú responde con una sonrisa: -Vaya, cuánta terminología y sucesos que desconocía, ¡eres único!
- Si para tu mala suerte te llegara a gritar o a escenificar pomposamente con gritos y maldiciones, quédate callado, baja la vista y dile con voz de Gollum: -¡Sí amo! Lo que usted ordene.
Claramente estos tips no son tan fáciles de cumplir, porque seguro te sale el guerrero azteca defensor de pueblos y dignidades que te hará creer que nada ni nadie te puede hablar o tratar de esa forma, pero siempre es mejor verlo del lado humorístico y hacer menos pesado el día a día. Que si de plano no lo aguantas, tíralo de las escaleras o ponle pica-pica a su silla, siempre funciona.
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