En teoría, no, no debería ser así, pero no hay manera de escapar. Sí, sí hay promociones mal hechas, ofertas tramposas, las que nosotros admitimos que llegan a ser como una ilusión óptica, y no tendríamos que caer al reconocerlas y menos cuando son productos prescindibles o con mala estética, o el típico “lleva 2 por $20” (y cuesta $10.20). Tal vez el título debería ser a todo –verdadero– mercadólogo le venden promociones y ofertas y cae en la mercadotecnia; y sí hoy quise escribir al respecto pues en ocasiones en diferentes colaboraciones e incluso presencialmente he llegado a escuchar expresiones del tipo: “no podemos caer en nuestras propias trampas”, palabras más palabras menos, sin embargo (que aunque sí hay un poco de cierto en esta expresión como lo explicaba líneas antes), creo que es imposible que al dedicarnos día a día apasionadamente al marketing, no nos sintamos atraídos por una buena campaña. Es parte del reconocimiento que les otorgamos a todos esos colegas detrás de un gran trabajo realizado hacia un producto o servicio. Incluso creo que en esta industria estamos casados con algunas marcas, que más allá de su calidad y prestigio, viene de ese lovemark, ese gran trabajo en el que hemos vivido experiencias y nos han llevado a ese otro nivel de consumo, a ya no solo ser clientes de la marca, sino fan de la marca. Comprar marcas posicionadas por su engagement, por sus estrategias de venta, servicio postventa, y plus que llegan a enamorarnos, es parte de nuestra rutina de vida, no podemos “no caer” ante un buen trabajo, ante ese esfuerzo e inteligencia de la misma industria en la que trabajamos, en la que nos esforzamos por hacer lo mismo con nuestra marca. Consumir y caer ante campañas, promociones u ofertas de marcas que han logrado quedarse en nuestra mente y corazón, es aprender a sentir lo que queremos que nuestro consumidor sienta. Consumir marcas bien estructuradas en su planning y aplicación de éste, es aprender, es diversificarnos, es estimular nuestra creatividad para nuestro mismo trabajo. Imagen cortesía Shutterstock
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