Es una costumbre latino americana la de contar la vida como una telenovela y es que hay de todos los colores y sabores, las vidas tipo «La Colorina», «Los ricos también lloran», las tipo «Mari mar», donde hay héroes, heroínas, la justicia divina entre otros elementos muy pero muy propios de las telenovelas que tan famosos hicieron a los Capetillo, Verónica Castro, Thalía entre los que me acuerdo. Hoy en día esta realidad también se la vive en las empresas, si, en las empresas donde el síndrome es visible sin importar si es una oficina o una empresa de construcciones o una agro industria, uno de estos personajes de telenovela es la famosísima chismosa del barrio, esa persona que en la vida real puede ser hombre o mujer pero es conocido en las organizaciones como el correo ambulante, periódico, loro, noticiero, etc. Este personaje de la empresa es el que lleva cuentos y genera la mayoría de las envidias, vive capítulos de novelas en el diario andar de su trabajo y cada cosa que hace o vive esta impreso con su sello personal de drama que aun cuando es a claras cuentas lleno de exageración encuentra en jefes o personas influyentes y habidas del poder de la información un caldo de cultivo para continuar con esas costumbre poco enriquecedoras y más bien dañinas en la cultura corporativa. Llevo varios años de experiencia creando equipos de alto desempeño en las empresas y puedo asegurar sin temor a equivocarme que este síndrome es uno de los que más daño puede generar para las organizaciones. La próxima semana les escribiré sobre cómo debe enfrentar una organización este tipo situaciones e incluso los costos corporativos que presenta su práctica. Imagen cortesía de Shutterstock
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