Este mundo de revés donde todo ha perdido el sentido de todo, donde se despierta cada día más tarde y se duerme más noche, donde el sol es nuestro enemigo y la luna nuestra cómplice, donde los niños nacen y entran a sus guarderías y mientras más sofisticadas, tecnificadas y académicas sean, más apetecibles se convierten, donde los chicos terminan la escuela, el colegio, la universidad y el postgrado a los 24 años, donde alguien es viejo a los 40 y donde esta caduco a los 45, donde solo se entiende el idioma de los jóvenes si se logra encontrar quien te lo traduzca porque palabras como lol, trol, etc. nos abruman porque no tienen un solo significado y muchas ocasiones representan más de mil cosas contradictorias al mismo tiempo, he tenido que vivir la adolescencia de mi hijo, de esas en las que uno recién entiende a su padre y hasta lo compadece, donde comprendemos lo difícil de un mundo imposible de contener. Cada día de mi vida me cuestiono si estoy haciendo bien las cosas o no, pero desde que mi hijo está en la época de la cebra, mis cuestionamientos son mucho más serios, ¿cómo deberé reaccionar frente a esos cambios de humor? ¿Qué hacer o qué decir? Y bueno al final solo he podido constar algunos pocos puntos como verdades absolutas o máximas en la terrorífica pesadilla de los padres al enfrentar a su día a día con hijos adolescentes:
- Ser ejemplo, no se debe decir lo que es bueno, se lo debe vivir, si usted es mentiroso no puede enseñar a su hijo que eso está mal, deberá hacer su mayor esfuerzo tipo Mentiroso mentiroso y dar un ejemplo de vida.
- Ser firme, lo que está mal está mal, no podemos cerrar los ojos y tratar de que lo negro pase por plomo o por un gris claro.
- No dejar que nos chantajeen, no crea en palabras como no le quiero o usted no me quiere, le denunciare a las autoridades, preferiría tener otros padres o peor el típico me voy de la casa, sea directo y manténgase fuerte ante esos problemas.
- Este creo que es el punto más importante, enseñe a sus hijos lo honorable del trabajo, deles tareas diarias en su casa, no es pecado que tiendan la cama o que arreglen el dormitorio, haga que apoyen en tareas un poco más complicadas y recompénselos por ello.
Recuerde que un hijo solo es un encargo de Dios y que algún día en un futuro la vida le pedirá cuentas con el día a día de lo que hagan y como vivan sus hijos. Imagen cortesía Shutterstock
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