No fue que la clase se invirtió con otra o que me haya tocado uno de esos facilitadores que terminan contándote su vida entera y olvidan por completo que están dando clases, digamos que fue mi antipatía y mal genio que extrapoló un tema tan protocolar como el ejercicio del buen servicio, al cambiante mundo de la redacción creativa. ¿Qué pasa en esas relaciones donde uno de los dos dice amar pero jamás lo demuestra? pues eso pasó mientras veía la nombrada clase. La persona autodenominada “experta” fue incapaz de brindar un cálido saludo, flexibilidad de pensamiento o al menos mostrar una apariencia friendly y desde ese momento no pude creerle más. Es como ver a estilistas mal arreglados o nutricionistas obesos, pues no son de fiar. La apariencia sí importa En servicio al cliente, la imagen es tan importante que se toma básicamente como parte de la marca, un personal de tienda mal vestido, que no sea cordial, que esté indiferente a los clientes y que de ese sentimiento de “odio este trabajo”, es sinónimo de mala calidad, cosa que afecta directamente a la marca; en copywriting no es distinto, de hecho hace la diferencia entre un sinfín de opciones porque a la final la simpatía y cordialidad aseguran interés y siempre terminamos llevándonos lo que más “se parece” a nosotros. ¡No me acoses! A todos nos ha pasado, entramos a una tienda y la asesora nos sigue a todos lados, queremos ver la mercancía pero su acechante presencia solo nos hace sentir incómodos, como si desaprobara lo que escogimos probarnos o peor, sintiendo que nos vigila por si somos ladrones, lo sé, es desagradable. Lamentablemente esta situación parece no mejorar. Los consumidores odiamos dos cosas: que no hagan esperar y que nos acosen, en atención al cliente la eficiencia y la eficacia son dos armas que se desarrollan en conjunto para aprender a valorar el tiempo de los clientes a través de sus intenciones, si son de los que quieren miran, dejarles saber que tendrán ayuda si la solicitan, si quieren comprar, asesorarlos y atenderlos o si quieren preguntar, ayudarlos en lo que se pueda. De igual manera, en la redacción creativa debemos interesarnos en el cliente. Cuando las marcas hablan tanto de sí mismas las dejamos de escuchar porque simplemente no nos aportan nada -a los consumidores no les importa que tan bueno eres sino, qué puedes hacer por ellos- como esos amigos que siempre tienen algo para decirte pero que no te dejan hablar y llegas a un punto que finges escucharlo pero por dentro tarareas la macarena para hacer todo más llevadero. Sé más “flexible” No tiene sentido achacarle todo lo malo al “sistema”, cuando se trata de atención al cliente se debe entender que a veces en necesario mantener una postura profesional y amable, por lo que en necesario ser flexible en ciertos aspectos -más si son en referencia a la solución de conflictos-, como la discusión no es una opción, en Copywriting esa flexibilidad toma el nombre de “dar y recibir”, en palabras sencillas, persuasión. ¿Por qué cuando alguien te hace un favor sientes que debes devolverlo?, Robert Cialdini el autor del libro “Influencia, la psicología de la persuasión” dice que es porque tendemos a devolver favores de manera automática -muy lejos de la manipulación- si queremos que nuestros clientes se identifiquen con nosotros, primero debemos hacer algo por ellos (descuentos, información gratis, incluso algo que no nos hayan pedido). Información confiable Nada hace más agradable en una experiencia de compra, que te hablen con la verdad. Cero precios disfrazados, beneficios ficticios, tiempos de entrega imaginarios, pagos a plazos de locura, etc. Un dependiente así como un redactor creativo, deben tener claro que antes de decorar o sumirse en adjetivos decorativos, su deber es llevar un mensaje conciso sin que se pierda lo que realmente importa -que es el interés de potenciales y fieles clientes- Es sumamente común ese mal de querer adornar las cosas para que parezcan de “calidad” cuando todo lo que debe importarte, es que realmente se entienda lo que quieres vender sino ¿quién te lo va a comprar? Cada promesa es un contrato Subestimar a los clientes y lectores es lo peor que se pueda hacer, no somos tontos. Por una promesa incumplida, se pierde toda la confianza y con ella las ventas y ganancias. En el mundo de los negocios la publicidad engañosa puede ser penada, decir que tus productos o servicios poseen ciertos beneficios que no tienen pueden acabar con tu negocio rápidamente. En la éra de la web nada se escapa, todo se viraliza y la credibilidad pende de hilos muy finos. Sé honesto, que lo que ofrezcas sea realmente lo que puedas dar (en copywriting el clikbait también cuenta como engaño, sí es contigo) Imagen cortesía Shutterstock
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