“Target” es una serie de cuentos breves de historias sobre participantes de estudios de mercado. Escrita por Florencia Davidzon. Hoy presentamos la historia de Julia.
Filtro de Reclutamiento.
Etnicidad. Asiática-India. Sexo. Mujer, Edad. 20 a 35 años, Estudios Técnicos o Superiores. Tipo de Vivienda Rentada. Consumidora de: Tés/Jazmín. Marca. Indistinto.
Plaza. New York.
JULIA Era una buena periodista. Julia venía de una familia numerosa y se escapaba de la convivencia con muchos hermanos en el sur de país. Había vivido unos años en Washington DC ilusionada en cubrir temas políticos. Era rápida para todo. Tipiaba rápido. Grababa rápido. Filmaba rápido, y claro, hablaba rápido. Aunque lo que hacia más rápido, y con mayor facilidad, era reírse y moverse. No podía estar quieta o seria por más de 5 minutos consecutivos. Cuando los medios tradicionales empezaron a sufrir una crisis y necesitar modernizarse, ella renunció. Sufrió un gran trauma al ver cómo se tematizaba el huracán de Katrina en su lugar de trabajo y se marchó. Se mudó a Nueva York decidida a continuar escribiendo sobre cuestiones más ordinarias. Hacer notas sobre estilo de vida la aburría muchísimo, pero ni modo se dijo, era mejor que estar en el sur del país, tapada por el agua. Al comienzo comentaba eventos, luego la dejaron hacer reportajes de la vida en la ciudad. Qué sabía ella de eso una provinciana del sur, poco y nada. Todo le maravillaba, tenía poco criterio de lo que era un gran lugar en para fungir de catadora oficial del espectáculo neoyorquino. A Julia todo le gustaba, y lo describía, comentaba sin priorizar o criticar seriamente. Al poco tiempo, le tocó hacer notas sobre chimentos, algo para lo que no estaba preparada. ¿Cómo uno se prepara en eso, pensó? Simplemente sucedió y ella se dejó sorprender, no lo hacia mal. Pero odiaba este tipo de escritura pero tenia muchos seguidores. Soñaba volver a hacer contenido político, pero desde que vivía en la gran manzana, sintió que nadie votaba ni le importaba lo que pasaba en su país. Se sentía responsable y con ganas de cubrir si Demi Moore votaba a los demócratas, pero no iba a vender tanto como si su galán la engañaba o no. Decidió ir a lo seguro, y no mencionar si George Cloony hacia un plantón frente a su embajada contra un caso de abusos de derechos humanos en África. Tenía que hablar sólo del tamaño de su calzón… A Julia le gustaba opinar y hablar de todo. Le resultaba fácil. En especial, de cuestiones que no tenía idea sólo convicciones articuladas en forma de discurso racional. No le representaba ningún conflicto hablar por hablar. No media las consecuencias de las implicancias comerciales, o personales que sus palabras traían a la vida cotidiana de quienes leían, después de todo, no eran cosas serias, no era política. Ella siempre hablaba bien sobre lo nuevo y extraño. Era bueno casi por naturaleza. Una tarde escribiendo sobre una nueva banda que usaba el instrumento australiano que llamaban Didjeridu, y ella ponderaba hasta quedarse sin adjetivos, se quedó sin agua de garrafón. La sed la invadió y decidió ir al súper. Su familia en New Orleans la reclamaba. Querían que volviera. ¿Cómo volver a New Orleans? Imposible. Decadencia y chatura que se disfrazaban de jazz para extenderse desde el puerto para todos lados, y ahora se sumaba el dique que había rebalsado, y toda esa desgracia de una ciudad sin tumbas. La sola idea de tener que volver a New Orleans la conflictuaban. Ella había logrado mucho sola, era alguien en NY. Volver, para qué, para tener tardes de sol leyendo en el porche, mientras su vecino se acercará a conversar y sin que ella pregunte nada ty le cuente su última receta de Daal, su experimento de cambiar el cúrcuma por la menta y todas esas cosas…. Ella era una periodista, una seria periodista, aunque se ría mucho y todo el tiempo. Una periodista que todavía soñaba con su espacio, desde donde decir Hola América…Algún día. Cuando paseaba por el súper buscando el agua, arroz y algunas especias. Una mujer comenzó a seguirla en ese mismo instante que levanto la botella de agua del anaquel. Julia al principio no lo notó. Pero luego resultó ser muy evidente. Esta mujer la seguía por toda la tienda. Cuando tomó el arroz Julia vio como esta mujer tomaba notas en una libreta. Escribía cuando tocaba un producto, tanto cuando lo ponía en su canasta o cuando los decía dejar. Al principio a Julia le molestó, y luego le pareció divertido. Decidió jugar, pasear a propósito por todo el súper y burlarse tocando todos los empaques. Cuando llego a la caja de pago solo por el agua, el arroz y las especies, dejando casi todo lo que tenia en la canasta a un costado. Después de pagar la mujer que tomaba notas se le acercó. Soy Karen, la he estado observando…¿En serio?, dijo Julia, acentuando lo obvio. Trabajo para una compañía de estudios de mercado, me gustaría saber si tiene cinco minutitos para hacerle unas breves preguntas. Julia sintió curiosidad por esta mujer con acento y aceptó. A Karen le interesaba sólo su botella de agua. ¿Por qué tomaste esta? Porque me gusta dijo Julia, convencida en contestar una banalidad absoluta. Entiendo, dijo Karen, pero ¿Por qué esta en primer lugar, y no otra? Prefiero esta, me gusta el sabor dijo Julia. Karen no parecía contentarse. Pero ¿Por qué compró esta marca cuando hay otras opciones, además de gaseosas, aguas con gas, agua filtradas, o tiene agua en su casa? Siempre compro esta dijo Julia. Es mejor y más saludable que otras supongo. Karen la dejaba hablar mientras anotaba. ¿Crees que las sodas o aguas de sabor no son saludables? Bueno creer, creer no sé. Pero tienen azúcar, mucha azúcar. Entiendo dijo Karen y siguió anotando. ¿Y qué onda con las aguas filtradas o las de la llave? ¿No son opción para usted? Le pareció raro que alguien la tratara de usted como si estuvieran hablando de algo serio. Julia jamás lo había pensado. Empezó a responderle dando excusas para no permanecer callada. Bueno, deben ser más sanas, no estoy segura, tal vez no, depende…Prefiero esta porque viene de la naturaleza, agregó triunfal, mientras leía la etiqueta del producto por primera vez. Me gusta esta marca. Luego Julia sintió que esos cinco minutos comenzaban a ser muy, muy largos. Casi estamos dijo la encuestadora. ¿Ha probado otra marca? Bueno, si dijo Julia, probablemente he comprado otra marca alguna vez, pero tiendo a comprar esta. ¿Sabe cuánto cuesta esta botella que esta llevando? No dijo Julia, no sé ni me importa mucho, no presto atención. Es solo agua, agua pura. Esta bien, dijo Karen, necesito su información. En caso de que mi supervisor quiera contrastar que efectivamente platique con usted hoy. ¿Me podría dar su teléfono, su mail? Julia no quiso…En general no llaman, pero nunca se sabe. Finalmente se los dio, de mala gana. Gracias por los datos y por confirmar la veracidad de éste encuentro. Julia se hecho a andar, esperando perder a esta mujer de tantas preguntas y por primera vez en años, ella sintió que las preguntas de sus entrevistas a personajes de la ciudad eran mucho, muchísimo más interesantes.
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