Alguien una vez dijo que los mejores creativos son los que siempre venden la idea. No negaré que es de superlativa importancia persuadir a quien autoriza de la fortaleza de nuestra idea presentada. El meollo está en que es la idea la que, desde mi punto de vista, debe llevar el peso del convencimiento. No la persona que la presenta. Me explico: A lo largo de mi carrera he visto y he sido parte de presentaciones creativas de todo tipo. Desde la grandiosidad actoral del presentador, hasta la más sutil fortaleza de una argumentación sin aspavientos que desarma. He visto como directores de empresas de plano mandan callar al creativo porque ya se pasó de verbo y nada más está mareando, hasta prepotentes y groseras negativas de maleducados dirigentes que de no ser por la oportuna intervención de alguna cabeza fría, la cosa podría haber llegado a los cates. Me ha tocado ser rechazado porque el cliente “no se puede imaginar la idea” y también porque sienten que no está “wow”, lo que sea que signifique la expresión. Me han aprobado campañas en menos de 5 minutos – lo juro – y otras se han tardado 6 meses en darle luz verde. He visto como ideas mediocres son vendidas por un extraordinario orador y como grandes ideas son bateadas por un mediano mando medio. Entonces, ¿qué significa y cómo manejar el rechazo? Salvo tu mejor opinión, amable lector, pienso que hay que:
- No sacar conclusiones ante el NO: Es decir, muchas veces el cliente o quien aprueba tarda en asimilar. Si nos rechazan una idea, nunca hay que ponernos en automático a la defensiva. Es muy probable que sí quieran aprobarla, solo hay que ayudarles un poco.
- Preguntar más allá de lo obvio: Hacer mejores preguntas y no el típico “¿qué es lo que no te gusta?”, nos puede abrir de nuevo la puerta de la persuasión para explicar mejor el concepto y apaciguar las posibles preocupaciones argumentadas en su contra.
- Poner la idea en un contexto diferente: hablar como viejita, como extranjero, como un niño de 4 años. Re-transmitir el concepto desde una óptica inesperada. Si tu concepto es bueno, lo soportará, si no, pues no andes vendiendo conceptos cortos.
- Deja que el papel hable: Las buenas ideas deben de conectar escritas, porque si así escritas emocionan, imagínate lo que harán producidas. Siempre lleva a la presentación, por lo menos una ejecución que tenga un gran, pero gran copy. Reléelo, tómate tu tiempo, transmítelo como si lo estuvieras recitando.
- Y lo más importante: No hagas ninguno de los puntos anteriores. Si te rechazan no significa que tu trabajo esté mal- asumiendo que presentaste algo digno-. No hay que tenerle miedo al no y muchos menos escribir para complacer. El miedo y el gusto por la zona de confort son dos de los grandes enemigos de las ideas. Pero a ellos también se les puede decir que no.
AUTOR Ramón Romero Director creativo fiel creyente del método. Creo que la ejecución depende del concepto y no al revés. Escribo y comparto porque pienso que intercambiar las ideas es hacerlas mejores. Nací en el norte, estudié en occidente y trabajé en el centro. Una vez filmé una foca caminando en reforma.
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