De nuestros miedos nacen nuestros corajes, y en nuestras dudas viven nuestras certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible, y los delirios otra razón. En los extravíos nos esperan los hallazgos porque es preciso perderse para volver a encontrarse. (El libro de los abrazos, Eduardo Galeano).
Nunca he sabido si ser publicitario te cambia por dentro o, si solo aquellos que ya eran diferentes a la masa, son los que deciden estudiar Publicidad o alguna carrea afín. Nuestro trabajo suele ser puramente mental, ya que el servicio que ofrecemos son nuestras ideas. Trabajar pensando puede parecer algo cómodo y relajado, pero lo cierto es que es realmente estresante y muchas veces anhelamos tener un trabajo más mecánico y físico. Este tipo de trabajo hace que nuestro estado de ánimo vital, e incluso nuestra propia vida, tracen sobre el lienzo de nuestro destino y camino laboral una eterna parábola cambiante que, tras subir a lo más alto, desciende a lo más bajo y viceversa. En algunos momentos sentimos estar en la cima y todo lo que nos rodea parece desprender una luz, no una fuerte como aquellas que te ciegan en un concierto, sino cálida, como aquella que tiene tu abuela en la puerta de su casa y que te hace sentir cómodo, acogido, en paz. En esos momentos nos sentimos orgullosos de quiénes somos y nuestras expectativas se elevan a las nubes. En otros momentos, todo lo que hacemos parece perder el sentido y nuestras energías se van evaporando conforme suceden continuos inconvenientes del día a día y, al llegar a casa, solo deseamos descansar y desconectar un rato. ¿Dónde ha quedado esa versión de nosotros mismos que ansiaba el momento de salir de la agencia para llegar a casa y dar rienda suelta a nuestra imaginación? Con nuestra energía, se han esfumado también las ganas de dar más de nosotros mismos, de aprender más y de todo un poco, de crear por el simple placer de hacerlo, sin presiones, sin jefes, sin clientes gritones, sin nadie que intente imponernos su criterio o que intente hablar más alto que todos para hacer brillar su trabajo. En silencio, o con los sonidos que nosotros elijamos, en armonía. Creo que nos pasa a todos en algún momento de nuestra carrera laboral, o en varios, y esta situación ocasiona en nosotros sudores fríos ante el pensamiento de una rutina estable que se reduzca a lo anteriormente descrito. Somos seres cambiantes a los que les angustia estancarse. Es en estos momentos en los que, como buenos publicitarios, nos damos cuenta de que la rutina densa y pegajosa en la que se ha convertido nuestra vida nos engulle como arenas movedizas de las que necesitamos salir cuanto antes, aunque esa salida implique un salto al vacío. Si en Publicidad la clave es renovarse o morir, a nosotros tanta estabilidad nos está matando. Todos nos hemos lanzado alguna vez al vacío, y al hacerlo puedes sentir como, de pronto, tus alas empiezan a crecer y desplegarse de nuevo. Al principio puede parecerte que, tras un tiempo en reposo, tus alas han quedado atrofiadas y no volverán a funcionar, pero en tan solo unos segundos volverás a volar. Saltar al vacío es como salir de la zona de confort, los más intrépidos disfrutarán de que la adrenalina recorra sus venas, pero quizás haya personas a las que esto les asuste. Los cambios y los sueños a veces dan miedo, pero no por eso aceptaremos renunciar a ellos. Para saltar al vacío, antes hay que subir la montaña, cada paso contribuirá a alcanzar la cima, por ello os contaré algunos de los pasos que se pueden dar para recorres el camino:
- Tomarse unas vacaciones y viajar a lugares nuevos: cuando sentimos que nos estancamos necesitamos cambiar de aires unos días. No hace falta que esperes a verano, Navidad u alguna otra festividad prolongada, puedes aprovechar el fin de semana para visitar alguna zona de tu ciudad a la que nunca hayas prestado atención. A veces somos extranjeros en el lugar en el que nacimos.Vacía tu mente de negatividad y frustración y llénala de nuevos paisajes y de lo que ellos te inspiran. Disfruta de nuevos entornos en los que sentirte tranquilo y en los que no necesites mirar el reloj, concéntrate en sentir y en conectar con el lugar y olvídate de todo lo demás.
- Proponerte nuevos retos, tanto intelectuales como físicos: trabajar en las condiciones en las que lo hacemos puede hacernos acumular un exceso de energía que nos provoca estrés, ansiedad e incluso insomnio. Por ello puede ser muy beneficioso plantearnos practicar un deporte nuevo, aprender una nueva modalidad de baile, tomar como costumbre pasear por una zona nueva cada semana o cualquier otra actividad que nos motive.Por otro lado, nuestras mentes son como un tocadiscos al que se le ha estropeado la tecla de pausa: jamás dejan de pensar y de hilvanar conceptos para tejer el manto de esa brillante idea que no ha llegado en la oficina. En estos casos necesitamos ocupar nuestra mente con otra tarea, por ello la mejor opción es animarnos a probar una nueva técnica pictórica, escribir sobre cualquier tema que nos inspire, apuntarnos a cursos de cualquier disciplina que queramos aprender, etc.
Cambiar de residencia por una temporada: los publicitarios cambiamos de trabajo con asiduidad, por lo que acabar en una agencia te puede dar la oportunidad de escoger tu próximo destino. En ese sentido, nos podemos permitir el privilegio de ser una especie de nómadas. Si nunca te lo habías planteado puede parecerte una locura, pero si lo analizas con detenimiento y recuerdas las palabras de Galeano, descubrirás que puede que acabes de encontrar justo lo que necesitabas.
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