Trabajar en una agencia de publicidad es una experiencia que se puede describir con diferentes palabras, dependiendo del estado en el que se encuentre el equipo, normalmente pasamos por diferentes fases antes, durante y después de la entrega. Emocionante: Cuando recibimos un nuevo brief, lo primero que hacemos es imaginar todas las posibilidades que la marca nos brinda: medios, formatos, públicos, intención… de todo. Son los minutos más mágicos, esos en los que intentamos conceptualizar algo sin pensar en el presupuesto, los dos y don´ts y demás limitantes. Reto: Una vez briefeados y cuando por fin conocemos los lineamientos, pasos a seguir y qué tenemos permitido hacer, aparece la labor más difícil: armar la campaña. Comenzamos a pelotear, estamos de acuerdo, tenemos diferencias, hacemos votaciones y al final elegimos el camino con base en el cual desarrollaremos el proyecto. Satisfactorio: Después de pasar por diferentes propuestas, matarlas, rescatarlas y mejorarlas, logramos la pieza final, esa que nos hace sentir que todo valió la pena, esa idea que creemos digna del reconocimiento de todos los involucrados. Frustrante: Llegó el momento, es la hora de presentar la pieza en la que pusiste toda tu concentración y esfuerzo, tienes un plan, estás motivado y orgulloso; pero no sale como esperabas. El cliente tiene una opinión diferente a la tuya, y lamentablemente, muchas veces es subjetiva. Que no le gusta el color rojo, o que si mejor ponemos un perro, porque a nadie le gustan las tortugas. Decepción. Y vuelve a emocionante: Cada que recibimos un nuevo brief. Porque no importa cuánto cambien nuestras ideas, siempre estaremos dispuestos a proponer lo mejor a nuestros clientes. AUTOR Ale Ramírez Como no sé dibujar mejor escribo. Me gustan las historias cortas y las palabras elegantes. Si tienes algo que decirme, así me encuentras: @aleramirezzzz
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