Aceptémoslo, vivimos en un mundo en el que como consumidores nos hemos vuelto más exigentes. Buscamos productos que nos hagan la vida más fácil, comida que no tenga gluten, grasas trans y sea apta para diabéticos, así como vivir toda una experiencia al ir por un café. El día a día nos consume a tal grado que nos puede pasar de largo, pero siempre tendremos una pequeña escapatoria al revisar nuestras redes sociales para encontrar las últimas noticias, el último chisme y la mejor fotografía. Lo que no nos damos cuenta es que detrás de cada decisión, de cada momento y de cada experiencia hay una marca; una marca que puede que te haya acompañado por muchos años o de reciente descubrimiento. En este mundo tan caótico, lleno de información, de estímulos, descuentos y promociones, ¿cómo sobrevive una marca? Fidelizando a su cliente. No es casualidad que un usuario de iPhone tenga un iPad y una MacBookPro, o que cuando vamos a Costco salimos con más cosas de las que necesitábamos, claramente por temor a que se acabe el mundo, y además bien comidos. Las marcas ya no se dedican únicamente a crear un producto a partir de una necesidad, se dedican a crear experiencias que atraigan al consumidor y que lo enamoren. Hacer un producto que se venda, es fácil; hacer un producto que venda y enamore, no tanto. Para que una marca llegue a enamorar a sus consumidores, debe de pensar no únicamente en lo que le esta ofreciendo de manera tangible, pero también lo que le ofrece intangiblemente: su esencia, lo que mueve a la marca, a sus directivos, empelados y vendedores, hasta llegar al consumidor. En la mayoría de los casos, esta esencia es pensada por el creador de la marca y surge a partir de preguntarse que es lo que les apasiona, cuál es su propósito y como quieren llegar a él. Ninguna empresa ha logrado el éxito simplemente por querer ser exitosa; los emprendedores, empresas y empresarios que tienen una mentalidad enfocada en generar dinero es muy probable que acaben vendiendo su idea por millones de dólares (cumpliendo así su objetivo) a otra empresa que la sabrá capitalizar. Para llegar a crear una marca que trascienda y que enamore, hay que empezar por preguntarnos ¿qué hace latir nuestro corazón? Aunque parezca una pregunta que no presenta mayor dificultad, encontrar lo que hace latir a nuestro corazón es más difícil que decidir que nos vamos a poner por las mañanas o que música escuchar en el tráfico. Poniéndolo en otro contexto, si todos superamos lo que nos apasiona, existiríamos más emprendedores que empelados en el mundo. A una pregunta compleja, llegan respuestas aún más confusas que nos llevan a ir en caída libre en una serie de reflexiones que parecen no tener fin, con el único propósito de descubrir que es lo que nos mueve a un nivel más profundo y emocional. Grandes emprendedores pasaron por este proceso y no les tomo un día, ni una semana, ni un mes; para mucho fueron años de estar buscando para poder encontrar la esencia de lo que son hoy en día. Ejemplos tenemos muchos (Steve Jobs, Ricahrd Branson, Chris Gardner, Mark Burnett, Elon Musk) y de ellos es de quienes tenemos que aprender; no sólo por que supieron encontrar la respuesta a la pregunta que todos nos hemos hecho más de una vez y que buscamos poder encontrar. A pesar de ser dueños, CEO’s y emprendedores empedernidos, de ser perseverantes y no bajar la guardia, otra característica que los une es que todos ellos supieron contar su historia, se convirtieron en storytellers profesionales y una cena de negocios era el escenario perfecto para enganchar, convencer, persuadir y captar a su audiencia y no tardaron mucho en hacerlo con sus consumidores logrando hacer que se enamoraran para no dejarlos ir. Eso también hay que aprendérselos. Seguramente a estas altura del articulo, muchos se preguntaran que relación hay entre saber que nos apasiona y nuestros clientes; esta respuesta si es fácil: cuando hacemos lo que hacemos con pasión, se nota. Podremos atraer a clientes que comparten nuestra pasión y el trabajo dejará de ser trabajo. Si somos emprendedores, marketeros, diseñadores o creativos, empecemos a hacer las preguntas correctas para encontrar lo que hace latir nuestro corazón y el corazón de nuestros clientes y proyectémoslo. No nos quedemos solamente con lo que hay en la superficie, sino busquemos que hay en las profundidades para enamorar a nuestros clientes y que ellos enamoren a los suyos. Tratemos a los consumidores como nos gustaría que nos trataran e inspiremos a las nuevas generaciones a seguir el arte del enamoramiento, por que de eso se trata ser marketero aprender a enamorar y enamorarnos de regreso.
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