Lucas Lanza, uno de los referentes de la mercadotecnia política en Latinoamérica, expresa que el uso de las tecnologías de actualidad, redes sociales y demás medios utilizados; no implica generar una mayor incursión de gente en ámbitos políticos. Más bien, se limita a permitir participar a quienes siempre tuvieron ganas de hacerlo. Sucesos recientes, indican a su vez, que si los políticos han salido convalecientes de algo a últimas fechas, es precisamente de las situaciones sucedientes en la web. Pues desde el momento en que la información manifestada ahí es imposible de controlar, ha terminado perjudicándolos a sobremanera. Entonces, se puede cuestionar la situación. Si se está hablando de que el político no generará simpatizantes postrándose, por ejemplo, en una red social, de qué manera puede contrarrestarse lo perjudicial que son las nuevas herramientas tecnológicas, con el fin de que al menos el mismo político logre inmunizarse de ellas e incluso sacarles provecho. Ya muy lejano se ve aquel 2008 en el que el señor Barack Obama marcó un parte-aguas con respecto a cómo aprovechar las herramientas actuales y explotarlas al grado que logren verdaderamente pesar en una elección. ¿Pero cuántas elecciones ha habido desde ese entonces, en diferentes latitudes, en donde verdaderamente se vea al menos la mínima capacidad que se vio en aquella campaña política? ¿Son capaces los políticos? Vaya… ¿les interesa siquiera estar modernizados en dichas cuestiones? Lo cierto es que con la gran libertad de expresión que nos permite esta era digital, quien al parecer “hace el trabajo” pesado (exclusivamente hablando de cuestiones relacionadas a la web) es la aquella misma gente a la que le gusta interactuar, el “prosumidor”. Y hay que decirlo, el hecho de que se modifique aunque sea una decisión electoral gracias a alguien ajeno completamente a las elecciones implica un cambio. Entonces, retomando lo dicho por Lanza, si bien no se genera una mayor participación política, sí se altera (en gran o poca medida) el transcurso de un proceso electoral. Los políticos tendrían que estar al pendiente de ello, donde si bien sería inútil y hasta contradictorio exigirle a ciertos pueblos rurales (como en Latinoamérica hay muchos) ponerse al tanto de las tendencias. Los candidatos participantes en una elección dentro de zonas urbanas importantes deben sentirse obligados a renovarse y saber cómo se manejan las cosas. Respondiendo a si es funcional o no la Política 3.0, surge un cuestionamiento peor: ¿Existe? Imagen cortesía de Fotolia.
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