Decía Oscar Wilde que “cuando los dioses nos quieren castigar escuchan nuestras plegarias”. Y vaya que con la política en nuestro país se dan vuelo. De repente uno no sabe si sentir temor o éxtasis por lo que se avecina, el clima bélico frente al narco de nuestro país, el fallo de Calderón con todo y la complejidad de su intento, las circunstancias internacionales de lo económico a lo ecológico, nos llevan al paroxismo de las emociones, y al mismo tiempo, a ese extraño fenómeno de la inteligencia lógica que llamamos aporía, es decir, la revelación de un insight muy profundo acerca de las dificultades de la realidad y nuestras endebles soluciones. En el cálculo de las acciones de marketing político y de los hechos estratégicos de las precampañas, entrevemos la fuerte contienda entre dos grandes pilares de la idiosincrasia mexicana, lo bueno y lo malo, los rudos y los técnicos, los vencedores y los vencidos, el Chivas y el América…asumir la faz de la derrota es una oscilación intempestiva momentánea, el perdedor ya no es una categoría ontológica sempiterna; hoy caíste mañana te puedes levantar, siempre y cuando las fuerza políticas que te respaldan no cedan, siempre y cuando exista un proyecto claro o hasta difuso de fondo; así trates de reintegrar un viejo status quo o anexes elementos del hippismo a la política. Mercadológicamente todo se puede tratar, sin menoscabar el infortunio del futuro, ese ya de entrada está definido y bien delimitado, porque los precandidatos ya nos dan una probada de lo que obtendremos. No importan las equivocaciones presentes, si son bien manejadas pueden difuminarse estratégicamente, primero absteniéndose de emitir comunicaciones, luego generando acciones positivas que diluyan por completo errores del pasado. Lo importante pare nosotros desde la mercadotecnia es la asunción de las estrategias, develar cuáles serán ataques frontales y cuáles bajos subterfugios, pues los contendientes deben saber escudarse, prever. Es posible un enfrentamiento directo como en la campaña anterior, sólo que los mismos elementos de comunicación que usó el partido en el poder para rebatir a la competencia lucen hoy fuera de lugar, convirtiendo al candidato del amor en una opción plausible para solventar efectos de las condiciones actuales. El tricolor debe buscar gestionar su imagen de tal manera que no sea un símbolo vacío, sino más bien pleno y con historia separada de los fantasmas de su partido. Un fenómeno interesante que desde la comunicación organizacional y las comunicaciones integradas de marketing, presentan las campañas políticas, es que no están completamente alineadas con los objetivos de los partidos de los que provienen. Habría que ver si, en efecto, la imagen de los candidatos está conectada con la historia de lo que sus instituciones representan y que se ha constituido como marca durante décadas en nuestro país, con sus respectivas desaveniencias, improperios y sobre todo frente a la problemática nacional. Recordemos que un partido, como el que hoy se encuentra en la silla, ha defendido incansablemente la vida, promoviendo leyes anti aborto y en favor del núcleo familiar heterosexual; es un hecho que estas acciones chocan con la campaña de muerte que se ha ejecutado vía la guerra contra el narco, ese tipo de contradicciones difuminan los ideales tan marcados muchos años atrás. Es decir, el partido solamente tiene un peso figurado en la imagen simbólica constituida en la mente de los votantes, es ya un constructo vacío dispuesto a rellenarse por los hechos del presente. En el cálculo de las acciones estratégicas encaminadas a ganar simpatizantes observamos algunos criterios patentes en los elegidos. La tendencia a presentar soluciones políticas a los problemas que adolece la sociedad es, y ha sido desde siempre, uno de los principales motores al momento de constituir la marca personal. La historia de las asociaciones mentales es larga, pero hay una concepción arquetípica del salvador integrada, así como una consideración de lo bueno y un sesgo que nos impide ver los defectos de aquello que defendemos de corazón. ¿Qué viene? El sistema social de comunicaciones de nuestro país se inundará en los próximos meses de tópicos políticos. Los medios son el primer continente, aunque incluso las organizaciones en las que trabajamos, que también operan mediante intereses políticos, tendrán su carga necesaria de información tendiente. La charla familiar se permea de lo mismo. Es difícil frente a esa carga de mensajes mantener una versión objetiva de la realidad, asumiendo que podamos suspender nuestras preconcepciones personales, o como diría Gadamer, suspender el prejuicio. Por tanto, desde una perspectiva de comunicación mercadológica política lo único recomendable es siéntese, abróchese bien el cinturón y no levante las manos. Sirva este breve análisis de mercadotecnia política y comunicación política, como un aviso de lo que viene. A medida que avancemos en la recta final de las elecciones, todas las pequeñas acciones contarán en la sumatoria final de la marca e imagen pública de los candidatos. Lo sucedido en esta semana precogniza fuertemente el hecho de quién está con quién. Personalmente ustedes ya se habrán dado una idea clara de hacia qué lado están tirando qué cuerdas. ¿Quieren saber quién va a ganar? Prendan sus medios el primer lunes de junio y las siguientes semanas porque esto se va a poner interesante.
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