Sólo faltan dos horas para el gran suceso, llamado «pitch», y todavía no están afinados los copys, los gráficos, los esquemas y los racionales. El insight parece una poesía y nadie se lo traga. El ejecutivo de cuentas no ha llegado y los redactores están un poco nerviosos. La competencia será contra tres o cuatro grandes agencias. Tales agencias, han ganado premios, medallas, trofeos, constancias y diplomas en todas las disciplinas habidas y por haber. Sin embargo, la marca que convocó el conflicto publicitario confía en el talento de las agencias pequeñas y medianas. Nadie, en la agencia pequeña, sabe si el trabajo está bien hecho o si los gráficos y la producción audiovisual son de lo mejor. Del otro lado, están los creativos de la agencia internacional. Ellos ya tienen lista la campaña y han usado el esquema de siempre, el que siempre gana, el que siempre convence. Llevarán al planner estrella y al creativo más persuasivo de todos. El triunfo es casi suyo. Pero no hay enemigo pequeño. Falta una hora y el cliente tiene su fábrica o sus oficinas corporativas del otro lado de la ciudad. Los creativos de la agencia pequeña salen con prisa, mientras que los creativos de la agencia grande salen calmos de la oficina. Unos, mueren de nervios, y los otros, se sienten seguros. El tráfico es impresionante. Al parecer, ambas agencias llegarán tarde a la cita. La sala de juntas del cliente está lista. Trajeados, refrescos, doncellas geniales, galletas, pasteles, presidentes, vino, cigarrillos y buena música, ambientan la sala. Los ejecutivos de marketing dialogan sobre distribuciones, precios, empaques, ventas, geografías y creatividad. Los de marketing se preguntan qué recibirán de parte de las agencias, las cuales pidieron un mes para presentar sus campañas especulativas. Faltan veinte minutos y los coches no avanzan. Claxons, taxistas, camioneros, señoras con bebés y deportivos escoltados por media guardia nacional, impiden el movimiento de los coches. Todos fuman y todos van pensando en la parte de la campaña que proferirán. Los creativos de la agencia pequeña sienten que todo está perdido, que no acudirán a tiempo al compromiso. Los creativos de la agencia grande, por su parte, van pensando en otros clientes, en otras marcas, en que si no ganan la cuenta, lo cual es harto improbable, seguirán con sus vidas, con sus gustos, con sus diversiones, con sus pasiones. Faltan cinco minutos para la hora final, aunque veinte de camino. Los autos aceleran por el periférico. Rugen los escapes y el house zumba. Los conductores se sienten pilotos de Fórmula 1 y la gorra del conductor se transmuta en casco. Unos llegan desde el sur y otros desde el norte de la ciudad. Milagrosamente, las dos agencias llegan puntuales. Ambos equipos se topan en la complicada entrada del corporativo y se observan como cualquiera observaría un automóvil a media calle y vacío. Policías encarados, rejas penitenciales, gafetes, registros, inspecciones, números de serie, miradas recelosas, sonrisas hipócritas, nervios, pastillas de menta y sudor, van fraguando el enfrentamiento. ¿Quién pasará primero? ¿Por qué los han citado a la misma hora? Curiosamente, la agencia grande pasa primero. Credenciales, presentación del equipo, ostentación de los premios, trayectoria internacional de los creativos, un reel y una campaña, conforman el armamento de convencimiento de la agencia consagrada. Todo les sale excelente. Es el turno de la agencia pequeña. Nombres, tartamudos, estructura de la nueva agencia, sueños, breve experiencia laboral de los creativos y campaña, conforman su artillería de persuasión. Los de marketing saben que no tienen que decidir por precio, sino por procesos. Las damas del departamento de marketing hablan sobre el concepto, sobre la estrategia y sobre el atractivo planner de la agencia grande y hablan, además, sobre el curioso creativo de la agencia pequeña. Ambas agencias tendrán que esperar quince días para conocer los resultados. Al final, el cliente se decide por la agencia pequeña. Y si lo hizo, fue por la empatía, por la comprensión que demostraron los creativos de la agencia en ciernes. Gracias a la globalización, a las tecnologías, al flujo de información, hoy en día las empresas ya no tienen tamaño («que el grande y el pequeño somos iguales lo que dura el sueño», dijo Lope). Lo de hoy es ser veloces en los procesos, originales en los métodos creativos, sólidos en la justificación mercantil y sensibles a los cambios sociales. Este post está dedicado a todas las agencias pequeñas y medianas que inician sus operaciones. Buen día, Comunidad Roastbrief.
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