«El nombre es arquetipo de la cosa», dice un poema del gran Borges. Los nombres son sonoros, se pronuncian, se articulan. Los nombres logotipados tienen que ser horizontales, pues horizontal es nuestra percepción. Los nombres viven en el ambiente. Los nombres son las etiquetas mentales (son retratos, son Bild o imagen, dirían los lingüistas) de las marcas y de los objetos. La «P», la «T», la «Q» o la «X», son buenas letras para hacer un nombre. ¿Por qué? Porque suenan, golpean y hacen vibrar. Los grupos consonánticos «mbr», «bst» o «mb» (hambre, substancia, ambiguo), no son recomendables, pues llegan a dificultar la pronunciación. Un buen nombre no habla de la categoría a la que pertenece una marca. Si lo hace, provoca que nuestra marca se amontone en un espacio mental atascado y lleno de nombres similares. Un nombre, explica García Márquez, es una personalidad. Decía Márquez que sólo empezaba a escribir cuando tenía los nombres correctos para sus personajes. Un buen nombre, preferentemente, debe evitar las terminaciones en «s», pues las «eses» se pierden, y se pierden debido al ruido, a la haraganería del orador o a la exageración fonética. Un nombre tiene que ser un símbolo, es decir, algo flexible. ¿Cómo logramos lo anterior? Usando palabras vagas, o mejor dicho, usando verbos. En vez de ponerle a nuestra ferretería «El Martillo», pongámosle «El martilleo», que denota una acción, un uso, una aplicación. El ser humano, enseña Umberto Eco, empieza su proceso de aprendizaje reconociendo un objeto, bautizándolo e identificándolo en la raigambre del mundo. Pensemos. Un primitivo tiene hambre. El primitivo baja un coco. El coco es azotado contra el piso, pero no se abre. El primitivo encuentra una piedra. Efecto de sonido: Grillos, viento… silencio… más silencio. Fade in: Wagner. El cerebro del primitivo se ilumina y encuentra relaciones, y piensa que la piedra podría abrir el coco. El coco se abre con el imperativo golpe de la piedra. El primitivo se da cuenta de que no cualquier piedra sirve para abrir cocos y bautiza su piedra con el bonito nombre de «Abre-Cocos». Después, pasado algo de tiempo, busca piedras parecidas a su Abre-Cocos y las almacena. Cuando ve que otros primitivos no pueden abrir sus cocos, ofrece su producto. Y por último, redacta un anuncio así: «Mata el hambre, hazlo rápido con Abre-Cocos». En vez de bautizar nuestra empresa de software con el nombre «El Mouse», pongámosle «Data Móvil». Existen varios tipos de nombres. Uno de ellos, es el nombre regional, pensado para que lo entiendan únicamente los nativos de una ciudad (Milonga Group, Cockney Sastrería, Pasumecha Regalos). Otro, es el nombre potencial, meditado para acompañar a otras marcas (Chips Computers, Pintando Residencias). Uno más, es el nombre que habla de ambientes (Hot Mamacitas, ElectroFestejando). Esperamos que estos breves consejos le sirvan a toda nuestra Comunidad Roastbrief. Buen día.
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