Es viernes. Toda la semana estuvimos maquilando ideas. Labramos impresos, pulimos textos, vendimos campañas y enmarcamos spots con bonitos televisores. Es viernes y tal vez estemos un poco cansados. Tomemos café. Bella taza de café, que paras la oreja para oírnos, para entendernos. Cuando estamos fríos, con tu calor nos animas. Bello café. Cuando todo parece superfluo, vacío, intrascendente, la oscuridad de tu cuerpo nos rememora el misterio. Oh, bella porción de café, vestida de porcelana los lunes, de cristal los miércoles y de plástico los viernes. Hermoso café para llevar, que dialogas con nosotros mientras conducimos, mientras incubamos ideas. Para pagarte todos los favores te endulzamos, te echamos terrones de azúcar o simplemente azúcar. Te gusta la morena por candorosa (la ejecutiva del cliente, no finjas) y te gusta la blanca por fina y elegante. Tienes buen gusto y de tu buen gusto hemos aprendido a hacer buena publicidad. Oh, café, café, más oscuro que la noche y más vigilante que el guardia de nuestra casa de foráneos. Tomando café nos inspiramos. Basta agitarte con una cuchara de valor para que revuelvas nuestras ideas. A veces hasta nos lees el futuro. Con crema, simulas ser crepúsculo, nostalgia. Si el eslogan no sale de nuestra boca podemos apelar a ti, café, que todo lo revolucionas. Oh, bello café, que frío o caliente enardeces. Haces las juntas de trabajo más amenas y haces que nuestros escritorios sean como la mesa de nuestra cocina, un lugar amable. Buen viernes, Comunidad Roastbrief.
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