Lo más importante de la famosa historia de Arquímides y su concreción en el tan conocido ¡Eureka!, no está en el descubrimiento del método para identificar el volumen de los cuerpos, sino en la determinación precisa del problema al que se enfrentaba. Entre las cualidades de todo gran pensador, genio u hombre práctico y exitoso, está la de observar problemáticas -es decir, conjuntos de problemas-. La publicidad y la mercadotecnia no son ajenas a esta situación pues requieren de la colaboración de diversas ciencias y ámbitos del conocimiento que operan de forma interdisciplinaria. Muchos problemas mercadológicos y por ende, el mal funcionamiento de algunas campañas de publicidad, tienen que ver con la mala o nula investigación en los temas respectivos, y aún más, con el error de observar inadecuadamente los problemas reales. Un caso muy claro es el de las campañas políticas actuales, se asumió de entrada que el resultado de la mercadotecnia de las elecciones sería el triunfo de uno u otro político, pero no el estado de descomposición en que quedaría el tejido social y las malas relaciones entre diferentes facciones, incluso dentro de las familias. El problema no era ganar, sino generar unión entre los ciudadanos hacia un futuro posible. ¿Cómo definir un problema de mercadotecnia adecuadamente? Muchos profesionales pensando una misma cosa. Los grupos de trabajo que generan campañas se componen por profesionales de distinto linaje: mercadólogos, administradores, comunicadores, publicistas, etc.; y, aunque uno de los problemas centrales consiste colaborar como grupo, no es esto lo más complejo, sino el entender que el trabajo es interdisciplinario y los equipos multidisciplinarios. Es decir, no basta con que un mercadólogo defina bien los objetivos, que un publicista realice bien la campaña y que un comunicador escriba buenos copies, cuando todos agregamos lo mejor de cada uno, no siempre tendremos los resultados precisados. Si ponemos a un grupo de técnicos frente a 5 automóviles de las marcas más importantes, y les pedimos que extraigan las piezas que están mejor diseñadas tecnológicamente y con ellas queremos armar el automóvil más veloz del mundo, evidentemente no funcionarán, porque no fueron construidas para actuar fuera de ese entorno al que están ancladas. Lo mismo sucede con la publicidad y la mercadotecnia, no basta con tener a los mejores haciendo su trabajo, sino que éstos trabajen interdisciplinariamente en la definición de los problemas, para que sus soluciones sean correctas. La vieja publicidad, la vieja ciencia, en la que un sólo personaje -como Arquímides- descubría cosas en un laboratorio aislado, se ha terminado. La mercadotecnia de hoy precisa de comprender las conexiones que existen en el entorno para conocer la mejor manera de diseñar productos realmente funcionales. Es decir, necesitamos más colaboración y menos aislamiento, más conocimiento de grupo y menos individualidades, y por último, hace falta más articulación social y menos conflicto.
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