Se dice que para entrar al mundo publicitario se necesita creatividad. Eso es muy cierto, pero no es lo único ni lo básico. Existe una serie de características que hacen de la persona un verdadero publicista, mercadólogo, diseñador, es decir, una vitamina para las marcas. Para comenzar, la creatividad no sólo es tener ideas. La creatividad requiere un trabajo constante, requiere argumentos y sobretodo una estrategia. Cuando en los equipos de trabajo hay un miembro que es espontáneo, que dice chistes y es muy ocurrente, no necesariamente las mejores ideas pueden ser de él. En varios casos, esas personas sólo tienen chipazos de ingenio, pero en la publicidad primero se deben trazar los objetivos, buscar una estrategia y con base en esos datos, buscar la innovación. Un día, el tío del hombre araña dijo que la creatividad es un poder que debe manejarse con responsabilidad. Un mal manejo de creatividad puede resultar fatal para las marcas. Por ello, los líderes deben saber guiar a sus creativos, deben educarlos y enseñarles a que hay ciertas características, además de estrategia, que se deben cumplir, ya sea por políticas del cliente o por cultura. Además, se debe tener cuidado de los pseudocreativos, que se sienten súper héroes de la innovación y creen que cambiando el logo a color dorado y con chispas de chocolate se verá mejor. Esta creatividad hay que desmotivarla por bien de la marca; o bien, hay que saber guiarla y explotarla de alguna otra forma.
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