Desde la creación del discurso del Arte a partir de estudios y tratados que proliferaron en el siglo XVI bajo la pluma de Giorgio Vasari (reconocido por muchos estudiosos como el primer historiador del arte italiano por su obra “Las Vidas de los más Excelentes Arquitectos, Pintores y Escultores Italianos”), y de otros como Zuccaro, Palladio y Vignola, nos quedó claro que es de suma importancia que el artista posea una firma, estilo o sello que distinga su obra del resto. Sin embargo, cuando trasladamos este tema al campo del diseño, las opiniones se dividen entre los que sostienen que el diseñador, al igual que el artista, debe tener un estilo; y los que, por el contrario, manifiestan que el diseño debe realizarse desde el anonimato, es decir, sin mostrar rasgo alguno en la pieza de diseño que pueda delatar al autor. En este tipo de polémicas es conveniente definir “Diseño”. En este texto me referiré al diseño como una herramienta que, apoyada en recursos gráficos (signos), se emplea para resolver problemas de comunicación. Aclarado lo anterior, es sencillo entender que el trabajo de diseño elaborado por una misma persona no tiene por qué presentar un mismo estilo. En todo caso puede haber un estilo en la metodología que éste siga al diseñar, sin embargo esta metodología, a fin de cuentas, será invisible. Esta invisibilidad es entendida por Norberto Chaves como “Anonimato”, y en sus Diez principios del diseño gráfico lo describe de la siguiente forma:
El signo debe ser autónomo, libre de referencias a su proceso productivo o su autor. El signo no es la historia de su proceso productivo: pertenece al emisor y su producción debe volverse invisible.
Aunque para algunos diseñadores este anonimato o invisibilidad puede parecer una condena, creo que conforme se gana experiencia y se enfrentan problemas de comunicación de mayor complejidad, se entiende que más que una condena representa una libertad. No tener que mantener un mismo estilo, ni tener que preocuparnos por un sello particular, nos permite como diseñadores tener una gama de recursos mucho más amplia, para así, desde la invisibilidad, resolver nuestros diseños de la forma en que cada problema de comunicación lo exija. Virginia Muñoz
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