Tengo amigos que las prefieren de cualquier tipo: morenas, extranjeras, un poco más genéricas, los que las prefieren pequeñas o grandotas; pero también están los exquisitos, esos que las prefieren rubias y tradicionales, o bien, los que sólo se echan una artesanal y hasta folklórica. Piénsese en lo siguiente, escena 1: vacaciones en la playa, mucho calor, palmeras moviéndose al ritmo del viento, la sombra nos cobija, la arena se pega en nuestros pies y jugueteamos con ella entre los dedos; el mesero se acerca a la hamaca y nos pregunta ¿qué le sirvo? Saltamos de escena y en la toma aparece un vaso sobre una mesita, espumante y húmedo por lo frío del contenido…¿qué bebida es la que aparece en nuestra escena?, a) un refresco, b) un helado, c) un jugo de naranja. No sea ambicioso y elija solo una respuesta. O la escena 2: la fiesta está que revienta, la música a todo volumen dicta el beat del movimiento, todos bailan; los amigos, la noche, el calor ha logrado que la ropa ligera quede un poco húmeda. Al fondo, en la sala, hay un recipiente enorme con mucho hielo que contiene bebidas, una chica en minifalda se acerca y toma una, silencio total y solo se escucha el sonido del destape…¿qué bebida destapó nuestra exuberante modelo?, a) un yogur bebible, b) un agua mineral, c) un jugo de frutas. Nuevamente, elijan exclusivamente una respuesta. Para acabar con nuestro experimento de mercadotecnia, tenemos la escena 3: estamos en la hora de la comida en una tarde de domingo, en la pantalla del restorán está pasando la final del fútbol olímpico. Al centro de la mesa un rico plato de carnitas, que comparte espacio con un pollo a la leña, cueritos, carne asada, chorizo a las brasas, cebollas cambray en su punto y dentro de un trozo de papel aluminio. Nos preparamos un buen taco, con un poco de salsa verde -de esa que pica bien-, al mismo tiempo que mordemos nuestro suculento manjar, la selección mexicana anota; con todo y enchilado, uno tiene que celebrar, en su mano usted tiene una botella de líquido que puede ser cualquiera de las siguientes opciones, a) una copa de chocomilk, b) un café bien cargado y caliente, c) un jugo de nopal con alfalfa. Espero que no hayan elegido la última opción, aunque no dudo que existe alguien que lo haría. Si el producto que usted escogió no está en la oferta de opciones, entonces…¡felicidades! usted es un ávido consumidor de cerveza. Casi podríamos decir que todas esas escenas se han convertido en imágenes arquetípicas del consumo de la bebida y de ese capital simbólico, pero también de la fiesta y de la convivencia, de la tranquilidad, de la playa, y muchos otros referentes. Si usted eligió alguno de los productos enlistados entonces la explicación es la siguiente: es un extraterrestre y le sugiero que vea más televisión. Como dice uno de los personajes de la película Gracias por fumar, la cerveza “es un producto que prácticamente se vende solo”, y los videos, la publicidad y la mercadotecnia, casi no tienen que hacer esfuerzo en el diseño de la imagen, más bien el trabajo duro recae en la distribución y, como siempre, en la redacción de los copies. La venta de cerveza hace parecer al trabajo en publicidad, como un juego de niños, pero de niñas y niños adultos a los que siempre podremos interpelar con las necesidades más básicas del espíritu humano: los amigos, la fiesta, y la embriaguez dionisíaca; elemento central para el nacimiento de la cultura occidental. Como dicen por aquí, ahí les encargo que se tomen una el fin de semana.
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