Vamos por la calle y nos damos cuenta de que estamos siempre en campaña en contra de todo: campañas contra el cáncer, contra el aborto, contra el calentamiento global, contra el presidente, contra el hambre, contra el frío, y muchas más. Pero, ¿será efectiva la forma de plantear el objetivo? Seguramente has escuchado que la palabra “no” es ignorada por el cerebro. Hace unos años surgió la PNL (Programación Neuro-Lingüística) que se encarga de investigar las consecuencias que el lenguaje tiene en nuestra mente. Según esos estudios, las negaciones y las acciones destructivas no son captadas por el cerebro, por lo que pasan desapercibidas. Si se quiere llegar a un objetivo, la mirada y la mente deben estar concentradas en la meta y no distraerse con lo que no quieren oír. Además, es desagradable recordarle a la gente sus defectos o padecimientos: “campaña contra la obesidad”. A nadie le gusta esa palabra, y ese el otro problema. Hay palabras que por sí solas están cargadas de sentimientos. Las palabras “trabajo” o jornadas” ya nos suenan tediosas, aburridas, aún sin saber de qué se trata el trabajo. Lo mismo ocurre con las “campañas”, pues la gente ya está cansada de escucharla. Quizás en las campañas sociales se pueda hacer un cambio: “acciones a favor de la vida”, “movimiento por la salud uterina”, o algo parecido. La publicidad debe ser un a guía, que nos diga qué y cómo hacerlo. Basta recordar los famosos slogans “Just do it” o “Recuérdame”. Acción y optimismo es lo que necesitamos para mejorar resultados. Foto cortesía de Fotolia.