Comenzar a redactar no es fácil. A los novatos se les pide que propongan algunos copies, y casi todos caen en los mismos errores. Si es una campaña sentimental, recurren a lo cursi. Si es una campaña ruda, pueden caer en lo “kitsch” que más adelante describiré. Ambos conceptos carecen de una definición absoluta, pero todos reconocemos esos estilos cuando se nos aparecen. Lo cursi nos recuerda el amor exagerado. Es la fiebre por la que pasan los enamorados donde todo lo ven bello y cantarín. También cursi es lo ridículo y de mal gusto que pretende ser elegante y exquisito, según algunos diccionarios. Pero hay poemas bellos plagados de cursilerías y textos que ridiculizan las letras sin llegar a tocar el arte. Cursi es hipérbole. Es demasiado imaginar que por una actitud humana la naturaleza tenga una actitud especial y se transforme: “Las fuentes cristalinas/ irán por las laderas / saltando cristalinas / el día que me quieras”, citaron en la agencia a Nervo cuando dije cursi. “Kitsch” es un término alemán que se refiere al arte cuando baja de categoría para vulgarizarse. Un ejemplo es cuando se emplean las frases trilladas “bella igual que una flor” o “azul como el mar”. En su tiempo, esas frases eran motivos de sonrojo para las damas, pero ahora son frases dignas de una carcajada. Para evitar escribir copies que saquen una carcajada a los receptores del mensaje, es recomendable recordar estos puntos, algunos enseñanzas del señor Orwell: • Lee varios estilos de prosa y de poesía. Eso te ayudará a tener más vocabulario y más estructuras sintácticas. • No intentes forzar rimas. Si trabajas sobre palabras específicas, lo mejor es que fluyan en la aparición del copy, pues las rimas quizás ya existan y caigas en lo común. • Evita palabras abstractas. Los conceptos de vida, muerte, belleza y naturaleza, además de usarse en exceso carecen de significado propio. Es mejor colocar palabras concretas que permitan imaginar una situación. • Evita las metáforas agrícolas, de guerra o de naturaleza. Mejor busca palabras nuevas que den una idea similar. • Sé breve. Escribir textos largos casi siempre nos obliga a poner demasiado sentimiento a la idea. Entre menos palabras se utilicen, estaremos más cerca de la objetividad. Foto cortesía de Fotolia.
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