«Cuando el servicio no está a la altura de lo que se ofrece estamos en un problema que no muchos alcanzamos a ver. Un buen servicio empieza por la planeación y la estrategia». Llego a mi restaurante favorito. Me dan la carta, me hablan sobre el platillo del día, me ofrecen una bebida para comenzar con la travesía que supone será parte de mi cotidianidad; pido una naranjada y me la dan fría para mitigar mi sed y el calor asfixiante de la primavera. Ordeno después mi sopa (de fideo por supuesto) y empieza la negociación cuando el mesero me dice: «Ya no tenemos señor» e inmediatamente se apresta a ofrecerme arroz, espaguetti, entre otras sopas que se sirven ahí. Entonces le pido espaguetti; al poco rato el mesero llega a mi lugar y deja el plato de espaguetti que se ve suculento, apetitoso, se me hace agua la boca y cuando pruebo la primera cucharada de inmediato regreso la cuchara al plato. La sopa está fría. ¿A quién no le ha pasado? Lo primero que cruza por tu mente es reclamarle al mesero, casi te imagino maldiciéndolo, señalándolo y aventándole la sopa. Pero, el culpable no es él. La falta de planeación y cumplimiento de acuerdos en todos los ámbitos de nuestra vida nos condenan a ser «apagafuegos» a no prever y sólo tomar decisiones ya sea a la ligera o viscerales. Hay tantos y tantos ejemplos de servicio deficiente y forzado que lo único que generan es malestar, estress, o peor aún infartos que pudieron evitarse si se trabajara bajo un esquema predictivo y no preventivo; planeado y no forzado. En definitiva hay que poner especial atención al regreso, constancia y cautiverio de nuestros clientes, ya que sin ellos nuestro negocio no podría seguir adelante y el asunto no es cuanto resista nuestro negocio; qué tantos gastos reduzco o como es que nuestro cliente termina aceptando trabajos «en caliente» y que muchas veces la frialdad y prisa de estas entregas nos llevan a cometer errores que pueden marcar el rumbo de nuestro negocio y el prestigio que hayamos ganado cuando trabajabamos a conciencia, con tiempos que dan para el análisis y la reflexión de nuestra labor. Un vaivén de soluciones y paradigmas rondan nuestra mente, de eso no hay duda, lo que nos debe ocupar es que el consumidor final pueda resolver su necesidad con nuestro servicio bien logrado y estructurado; queremos salir (y que salgan) del restaurante diciendo: «Mesero, muchas gracias por su servicio, la sopa estuvo para chuparse los dedos; felicíteme a su cheff. Mañana estaré de vuelta». M.P. y L.C. Milton Carlos Medina Garnica Senior Planner
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