La publicidad, al igual que la tos aturde a la audiencia. Entre las redes sociales, los medios masivos y lo cotidiano (las marcas que aparecen en la vida diaria que ya no percibimos) producimos ruido. ¿Qué es el ruido? Es la emisión de impactos sonoros sin ritmo ni una frecuencia definida ni orden y estruendosos que por lo regular producen estrés y rechazo. Justamente ese es el peor enemigo de la publicidad. Si lo vemos de manera general, cada marca trata de captar la atención del consumidor con cacerolas, bocinas, ofertas, tambores y risas. Quizás cada una tenga su estrategia y su argumento para usar esos medios, pero en conjunto se pierde. Es por ello que las marcas inteligentes deben crear una estrategia que no rompa la armonía del cliente como la horrible tos del caballero del comercial. Una marca estratega no produce ruido, produce sonidos, que son impactos con orden, suaves y armónicos, pero sobre todo, deben ser del agrado del consumidor. Una característica importante de los sonidos es que se vuelven deseados y no por ello se escuchan todo el tiempo. Se tratan de impactos que el consumidor elige cuándo y dónde disfrutarlos, tal como el marketing directo o “mailing” lo hacen. Saber recetar el “Mucosolvan” a la publicidad suele ser de gran ayuda para realmente ser tomados en cuenta. De lo contrario, si sólo estamos pendientes de las horas de más tráfico de redes sociales nos perderemos entre el ruido de los demás. Si queremos contagiar a las personas, debemos ser como los virus silenciosos, de esos que se propagan sin que las personas lo noten, pues con un síntoma tan escandaloso sólo alejaremos a nuestros objetivos.
Comentarios