Emociona poder compartir nuestros gustos e ideas, platicar con nuestros conocidos y familiares e incluso con gente que no tenemos alguna relación, está en nuestra naturaleza poder transmitir lo que sabemos, lo que nos agrada, aquello que aprendemos; ¿cuántas veces hemos recomendado alguna marca o producto por el hecho de que nos encanta algo de ella/el? Seguramente más de una vez, pudo haber sido en una plática de amigos, en el café con la pareja o incluso en algún comment en redes sociales, pero el punto fundamental es esta necesidad de transmitir lo que pensamos y opinamos. Todo un placer… Conversar nuestras experiencias y conocimientos es una manera de integrarnos a la sociedad, a nuestra familia, y es de hecho una de las herramientas más exitosas que la evolución ha conservado, ya que gracias al cotilleo, podemos saber y comprender (como grupo o como individuos) que nos puede ser conveniente y que no, que puede ser benéfico y que no. Incluso algunos neurocientíficos han comprobado que a nivel cerebral “cotillear” estimula ciertas zonas cerebrales relacionadas con el placer y la recompensa. Por lo que dicha actividad se convierte en parte fundamental de nuestra biología para subsistir como especie. En el cotilleo, esparcimos ideas, o desde un enfoque distinto, transmitimos lo que viene a ser un “meme” del griego ???????, mimesis, un concepto acuñado por Richard Dawkins biólogo evolucionista y autor de “The Selfish Gene”. Donde lo interesante resulta en lo “contagioso” que pueden resultar algunos memes, como por ejemplo una religión, una tradición, alguna costumbre o determinadas historias (ahí la importancia del concepto). Los memes “son instrucciones para efectuar conductas ubicadas en el cerebro (o en otros objetos) que se transmiten por imitación” según resalta Blackmore, entonces, la imitación viene a ser la base de muchos de nuestros comportamientos, posturas y actitudes, lo cual no suena descabellado; recordemos que nuestro cerebro contiene determinado tipo de neuronas llamadas “espejo”, las cuales se activan “imitando” acciones o comportamientos observados, lo cual también viene en relación con la empatía y nuestra capacidad de interactuar con nuestros congéneres, facilitando la creación de sociedades. Ahora bien, algunos memes, son más fuertes que otros, unos se contagian con mayor intensidad, unos duran más, otros menos, y esto obedece eventualmente a la evolución: así como los genes replican datos e información biológica, los memes replican ideas de cerebro a cerebro, por lo que, si los genes más fuertes son los que perduran (con base la necesidad evolutiva de fortalecer la especie), entonces son los memes más favorables para nuestra adaptación aquellos que van a replicarse de cerebro a cerebro con mayor facilidad y para ello, el cotilleo al ser una aportación informativa que nos aporta cierta seguridad sobre nuestro entorno, tiende a tomar mayor importancia en el traspaso de datos entre seres humanos, y por lo tanto en el intercambio de datos entre los consumidores, ya que la “supervivencia” ya no consiste en salvarnos de una desgracia frente a un animal que amenace nuestra seguridad, si no ahora se basa en la búsqueda de elecciones inteligentes en cuanto a la compra de productos y la inversión de nuestros recursos. Imagen cortesía de Fotolia.
Comentarios