Cuan difícil puede ser transmitir como humanos aquello que sentimos. Todos en el transcurso de la vida, nos hemos visto en esta situación. En ocasiones, al estar desbordados por una emoción, nos es casi imposible (y al mismo tiempo imparable), comunicar de manera clara como nos sentimos. La información se lanza de manera subjetiva y se reinterpreta a través de nuestras palabras, del lenguaje verbal con el que de manera cotidiana nos comunicamos. Menor verbalización mayor emoción La mayor cantidad de comunicación con el que las marcas se valen para crear un lazo de transmisión de datos hoy día, está dominado por los medios visuales. No es casualidad, posiblemente sea el canal de comunicación más “directo” por decirlo de alguna manera. Sin embargo no siempre es el más efectivo. Prueba de ello es la saturación de datos con la cual tiene que interactuar todos los días, lo que ha generado sobre-estímulos en la corteza visual y con ello el desarrollo de mecanismo de filtración de datos. La razón principal por la que nuestro cerebro filtra gran parte de la información proveniente del exterior radica en el hecho de no poder con todos los estímulos de manera simultanea, por lo que únicamente selecciona y envía al consciente aquello que de manera fundamental es trascendental e importante para subsistir. Esta saturación en los sentidos filtra muchos de nuestros mensajes de marca y producto. Sin embargo, podemos buscar caminos con los que reforcemos nuestros éstos y acceder incluso a las emociones del consumidor, y es través de los demás sentidos, no únicamente por el canal visual (el cual ocupa más del 70% de la publicidad y manejo de marca). ¿Por qué a menor verbalización mayor emoción?, pues porque a través del lenguaje escrito y hablado, gran parte de las sensaciones y emociones se pueden perder o simplemente no se llegan a gestarse en la psique del consumidor. Dirigir la marca por canales 360 sensoriales, encamina la mente del consumidor a recordar los estímulos de marca o producto de manera más rápida, fácil y sobre todo emotiva, lo que significa un lazo a nivel más intenso con la marca. De nuestros sentidos, es el olfato el único con línea directa con la zona límbica de nuestro cerebro, por lo que pensar en soluciones que comuniquen nuestra marca a través de este sentido es muy inteligente, ya sea reflejando atributos, semánticas, características, contextos o ambientes. Sin duda, el olfato es una herramienta con la cual albergamos gran cantidad de recuerdos y memorias, las cuales pueden ser accionadas fácilmente con tan solo un estímulo olfativo. ¿Acaso no somos capaces de recordar alguna persona o época con solo percibir una fragancia o aroma relacionada con esa persona o época?. La fuerza de este canal sensorial es muy impactante, por ejemplo, días pasados tuve la fortuna de trabajar con MANE México S. A de C.V en el desarrollo de algunos odotipos, con los cuales fuera posible transmitir determinadas experiencias perceptivas y atributos de personalidad, lo que no es nada fácil cuando hablamos de marcas y productos, ya que requiere entendimiento desde un lenguaje verbal hasta su interpretación a través de una selección de notas olfativas y sensoriales que se convertirán al final en moléculas que estimularán directamente nuestro sistema límbico, cuna y hogar de nuestras emociones. Generando mejores lazos con la mente de nuestro consumidor. La sensorialidad es un tema con muchas posibilidades en el campo del marketing, tanto a nivel marca como a producto, ya que viene ser una herramienta con la cual le damos personalidad propia a la marca, una presencia y un modo de ser ante nuestros consumidores. Imagen cortesía de Fotolia
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