Cuando has salido de paseo al centro comercial ¿te das cuenta que sin haber planeado comprar terminas haciéndolo porque te llamó la atención una oferta, una nueva colección o algo en particular?, sin embargo cuando racionalizas el hecho, te haces la siguiente pregunta: ¿Por qué realicé la compra? Estudios realizados por especialistas en el tema, llegan a la conclusión que todo radica en la fuerza del inconsciente del cerebro que gobierna al cerebro consciente. Según cita Martin Lindstrom: “Cuanto mayor sea el grado de estrés, más temerosos, inseguros e inciertos nos sentimos, más irracional tiende a ser nuestro comportamiento” Otro ejemplo del poder de nuestro cerebro inconsciente, es lo que sucede en la mente de los fumadores, que a pesar de los avisos de advertencia que se colocan en los empaques de cigarros para evitar este vicio, el número de personas fumadoras sigue en aumento, esto se debe a que los avisos, en vez de causar un efecto disuasivo en el fumador, lo que hace es activar en el cerebro el “núcleo accumbens”, llamado también el punto del ansia (zona constituida por un conjunto de neuronas especializadas) produciendo el efecto contrario, es decir aumentar la dosis para saciar el ansia. Todo esto nos lleva a tener comportamientos para lo cual, no tenemos una explicación lógica. El 85% del tiempo; nuestro cerebro funciona en piloto automático haciendo tareas en forma rutinaria, es por eso que las encuestas y focus group han perdido vigencia debido a que las respuestas de los consumidores no corresponden exactamente a su comportamiento. La conclusión final, es que las personas tienden a mentir sobre sus gustos, preferencias y consumos de algún producto respondiendo afirmativamente cuando es claro que de forma consciente no hacen lo que dicen.
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