A raíz de mi post anterior “Manual para quien pese a todo, decide ser publicista”, me ha tocado intercambiar opiniones con varios jóvenes que en efecto, han decidido sobreponerse a cualquier cosa para dedicarse a este oficio. Me ha encantado ver como en muchos, esa obsesión por trabajar en una agencia, en realidad tiene que ver con un fin más elevado que trasciende el simple hecho de “hacer publicidad”. Pero del otro lado de la moneda están aquellas personas que sólo les obsesiona el puesto, o decir que trabajan en un lugar “cool”. Sí tú eres de los que aún no han encontrado ese propósito mayor, déjame contarte la historia de mi abuelo Julio, que si bien tiene poco que ver con publicidad, ilustra cómo personas como tú y yo, encontramos eso que le da significado a nuestro trabajo diario. Mi abuelo contaba que desde muy chico, su madre había hecho con él lo que hoy en día podríamos llamar coaching vocacional, es decir que lo había llevado con todos y cada uno de las personas que tenía algún negocio en el que mi abuelo pudiera aprender un oficio. Fue así como intentó desde los oficios más normales como carpintería, ebanistería, plomería, sin dejar de mencionar su paso como encargado de los barquillos en una carpa. Después de saltar de una actividad a otra sin hallar ninguna emoción, llegó el momento que mi abuelo encontró el oficio al que creyó le dedicaría el resto de su vida: la panadería. Y fue así como dedicó 25 años al arte de la repostería hasta el día que la panadería “La Esperanza” quebró y mi abuelo se vio con la única certeza de carecer de un ingreso y con la presión de tener 5 bocas que alimentar. Pero fue fuera de aquel entorno de hornos y harina que lo habían cobijado por tanto tiempo, donde se dio cuenta que en la panadería había aprendido algo más que hacer pan, pues al haber entrado siendo casi un niño, le tocó convertirse en maestro repostero a la corta edad de 18 años y con ello enfrentarse a tener a su cargo a gente mayor que él, con lo que había desarrollado una fuerte habilidad para a través de historias demostrar su gran experiencia, se había convertido en alguien que a través de una charla podía convencer a cualquiera sin necesidad del rango jerárquico. Fue así como el abuelo Julio decidió no volver a buscar empleo en una panadería, para comenzar con una especie de juego que se trataba de colarse a las oficinas, conversar con la gente, entender sus inquietudes y con ello sembrar en las personas la necesidad de comprarle algo, empezando por medias de seda, pasando por discos musicales, para terminar con la que sería su gran pasión: los libros. Mi abuelo había encontrado que podía llevar cultura a la gente y hasta sus últimos días ese fue su gran propósito. Tal vez de eso se trata también la carrera del publicista, de encontrar que otras dimensiones tenemos como profesionales, de sacarle provecho a los momentos de incertidumbre, pero sobre todo de definir cuál es ese propósito que en realidad le da significado a todo. “Si eliges un trabajo solo por el puesto, puede ser que lo que obtengas sea solo eso, un título. Si eliges tu pasión y un propósito más grande, las recompensas serán más significativas y tu carrera tendrá un mayor impacto.” Howard Behar – Starbucks Global CEO.
AUTOR
Creo que generar conexiones poderosas entre la gente y las marcas es el mejor trabajo del mundo, por ello he vivido un divertido y enriquecedor viaje de 15 años a bordo de las agencias más creativas del país. El viaje hoy me ha llevado a JWT México, con el fascinante reto de construir las marcas más sexys del mercado.
Imagen cortesía de iStock
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