Todos nos hemos cruzado en alguna oportunidad con los clásicos bloques de texto simulado, y varios de nosotros los hemos utilizado, a veces con mucha frecuencia. Para aquellos que desconocen de qué se trata este archifamoso artilugio, va una breve explicación: cuando un diseñador o director de arte necesita mostrar dónde y cómo se ubica el texto en determinado trabajo, pero aún no tiene el texto final debido a la legendaria holgazanería de los redactores, usa un párrafo en latín que, tradicionalmente, empieza con la frase “lorem ipsum dolor sit amet”. Por esa razón se lo conoce con el simple nombre “Lorem ipsum”. Es un recurso célebre entre aquellos dedicados al diseño en general y a la publicidad en particular, entre otras cosas porque más de una vez ha confundido a los clientes, que asumen que el diseño o aviso final estará, en efecto, escrito en latín. En una inolvidable ocasión, un cliente preguntó si “la presencia de un texto en latín se debe a una idea creativa que no termino de entender”. Ahora bien, ¿de dónde salió este texto? ¿Por qué se usa, quién lo popularizó? Parece que la primera utilización del párrafo “Lorem ipsum” se la debemos a la legendaria marca Letraset que, en la década de los 60 y tal vez incluso antes, aplicó el bloque de texto en sus famosas planchas tipográficas y con la obvia finalidad de mostrar cómo quedaba un texto en determinada fuente. Digo “parece” porque hay quien sostiene que se usaba desde antes. Lo seguro es que el programa Aldus PageMaker lo popularizó con su versión para Mac de mediados de los 80; esa es la versión que se utiliza hoy. El texto en latín no tiene sentido, y hasta usa desinencias que no corresponden a ese idioma (palabras terminadas en “ng”, por ejemplo). Pero en 1982, un tal Richard McClintock, experto en latín, descubrió el origen del pasaje: pertenece a una obra de Cicerón llamada “Sobre los límites del bien y del mal”. El texto fue alterado y se le agregaron y quitaron palabras para que pierda todo sentido. De hecho, la palabra “lorem” se creó cortando la original, “dolorem”. Esa primera frase escrita por Cicerón es más o menos así: “Nadie ama o desea el dolor por el dolor mismo”. Quien quiera interpretar ese dolor como la pena que se siente ante un trabajo no aprobado, siéntase libre de hacerlo. Tendrá razón. Así que, amigos diseñadores, ahora ya lo saben: la próxima vez que un cliente proteste porque “el texto está en latín”, pueden responder que se trata de una cita de Cicerón, un romano que fue filósofo, político, abogado, orador y cónsul. Con ese alarde de cultura, a ver quién se atreve a cuestionar el diseño. Imagen cortesía de iStock
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