Mi historia con las letras tiene altos y bajos: en mis primeros años desarrollándome en ella, me dediqué a escribir historias incompletas, con inicios y finales definidos, pero desarrollos poco convincentes. Mi amor por la escritura fue creciendo con los años, pero mi inspiración fue cayendo por momentos. Me centré en un sólo género, creyendo que la literatura era lo único que se me daba bien. Justo en una época de sequía narrativa, fue cuando descubrí que existían otras variantes y encontré este blog. Este es mi vigésimo post y no puedo evitar sentir cierto tipo de nostalgia, porque por primera vez, he podido concretar un proyecto donde implique hacer lo que más amo en este mundo. Es por esta razón, que para conmemorar este pequeño logro, he escrito para ti algunos consejos que he ido aprendiendo a través de mi paso por Roastbrief, que sé que pueden serte útiles si estás en este ámbito o te gustaría empezar a adentrarte a este mundo de letras: No existe principio, si no tienes final. A diferencia de lo que te han dicho, en cuestión de escribir, a veces es más importante que sepas a qué conclusión quieres llegar, para que sea mucho más fácil escribir una introducción y desarrollo. Si sabes hacia dónde te diriges, lo demás puede resultarte más sencillo. No te fuerces. Esto no significa que no seas constante. Es bueno que te crees un hábito de escribir, pero también es importante darte tu tiempo y espacio. Ponte metas. Muchas veces, dejar de escribir tiene mucho que ver con falta de inspiración pero también porque no nos motivamos a escribir algo. Si comienzas a ser constante y le dedicas una parte de tu tiempo a hacerlo, los resultados se verán reflejados. La inspiración no se busca. Tengo una mala noticia: es inútil que creas que existe una receta secreta para que encuentres esta increíble inspiración, pero eso no significa, que no puedes buscar técnicas para que te encuentres más relajado para que llegue a ti esa idea brillante. Tomar un buen café, salir a dar una caminata, platicar con un amigo o incluso una fiesta, son los lugares y momentos donde más se me han ocurrido temas para escribir; así que no pierdes nada intentándolo. Conoce a tu público. El arte de la escritura tiene muchas más semejanzas con la publicidad, de las que podrías pensar. Entre ellas, está el saber a quién estás dirigido. Por esta razón, es muy bueno que siempre busques retroalimentación por parte de los que te leen. Nunca olvides que no existen críticas malas; todo depende de qué hagas tú con ellas. El que busca, encuentra. No te cierres a un solo tipo de género. Trata de probar todo tipo de escritura, por muy absurdo o diferente que lo encuentres. De esta forma, encontrarás en cuál te sientes más cómodo y te podrás especializar en él. No te olvides de leer. Aquel que se cierra únicamente a lo que él mismo escribe, está condenado al fracaso. Trata de leer lo más que puedas: desde los que escriben el mismo género que tú, hasta un cómic. Entre más cultura general tengas en esto, es mucho mejor. Disfrútalo. El día que se vuelva un suplicio para ti escribir, mejor déjalo y regresa a esto cuando te sientas más cómodo. No tengo más que decirte, que si te dedicas a escribir por amor a hacerlo, todo lo que te dije vendrá solo. Por mi parte, puedo asegurarte que me encanta y que es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, porque es una que hice sin pensarla demasiado; simplemente llegó sin avisar. Así que gracias por leerme; sea la primera vez que lo haces o llevas tiempo frecuentándome. Así mismo, por las críticas y los comentarios, porque estos me han llevado al lugar en donde hoy me encuentro. Al final, mis lectores son una gran parte de razón por la que hago esto y aún me queda mucho por escribirles y contarles. Gracias por hacerme crecer. Imagen cortesía de iStock
Comentarios