Acabamos de dejar atrás la época del año en que más se propone. Todos hacemos propuestas por la simple razón que de un día a otro cambia el guarismo del año. Una proposición es la exposición de una idea o proyecto para que se conozca y se acepte, quizás por eso es tan sumamente bajo el porcentaje de éxito de las proposiciones de año nuevo porque proponer no implica hacer. Como siempre nos columpiamos en la esperanza de que el primer día del año se antoje diferente hasta que caemos en la cuenta que es igual que el último vivido. Y no estamos versando sobre el pesimismo, sólo estamos alumbrando una tradición que aplicada a la realidad empresarial o profesional se muestra llena de claroscuros. Si buscamos en la hemeroteca de las proposiciones de años pasados veremos que la estadística no nos favorece y ya que las estadísticas están para romperlas, vamos a por ellas. Hacer en lugar de proponer, ¿por qué no lo acogemos como máxima para este 2015? Pensar con ilusión que todo va a ser mejor en el año entrante no tiene vinculación alguna con la realidad, es simplemente una esperanza y etimológicamente hablando, esperanza viene de esperar pero la empresa ya no puede esperar, la empresa necesita prosperar. Es prioritario que no confundamos expectativas con ilusiones. La ilusión es necesaria como catalizador pero las expectativas son trampas a futuro. De ahí la importancia de ser buenos gestores de las emociones en nuestro negocio y empresa a la hora de dibujar las líneas de crecimiento y diversificación. Somos empresarios, somos profesionales, entendemos de planificar, organizar y distribuir pero nos estamos quedando rezagados en materia de proyección de imagen, de difusión de marca y de creación de visibilidad y todo porque el soporte de medios ha cambiado. Si hace 25 años un publicista nos hubiera dicho que tenía la herramienta para llegar a miles de personas con un coste muy coherente y que podríamos hablarles de lo que quisiéramos las veces que considerásemos necesarias durante el tiempo que deseásemos, le habríamos tildado de loco o habríamos firmado su contrato a dos manos. 25 años después tenemos esa herramienta en nuestras manos. Marketing de contenidos, redes sociales, marketing emocional y creatividad audiovisual son algunas de las alternativas que nos permiten ser visibles más allá de lo esperado. ¿O todavía tememos a Internet? El tejido empresarial masivo, el que acumula el porcentaje denso de empresas con similares características y alejado de las grandes empresas y multinacionales, sigue inmerso en una lucha competitiva que, en contra de lo pensado, no permite recortar distancia con los grandes sino que en ocasiones la incrementa al centrar sus esfuerzos en impedir prosperar al competidor en lugar de apostar por ser empresas mejores centrándose en sus valores. A veces no sabemos si es mejor liderar la carrera y mirar a meta o ir segundo y esperar el momento adecuado para adelantar sin dar opción de recuperación al rival. Todo es estrategia y precisamente por ello debemos conocer cuál es la que mejor encaja con nuestro modelo de negocio. Y la estrategia pasa por la visibilidad, por conseguir que nos vean y por pintar de curiosidad eso tan precioso y preciado que ofrecemos. Y sin un fondo de comercio de empresas o sin un mercado potencial de clientes al que llegar somos poco por muy excelente que sea nuestro producto o servicio. De ahí la importancia de solidificar los mercados de destino que ya tenemos y generar mercados potenciales sobre los que crecer. Y qué mejores herramientas que las antes citadas. Nuestros puntos de vista balanceados entre un pasado reciente y un presente prometedor en cuanto a visibilidad deben acompañarnos en nuestro crecimiento. Adquiramos la capacidad de diferenciar el valor potencial de una newsletter mensual frente a un díptico, de ver la diferencia entre tener folletos y una web con marketing de contenidos. De hablar de nuestros productos por su valor en lugar de decir que somos los más baratos del mercado. Y no confundamos apreciaciones, hablamos de entender un diferencial de valor, no de dejar de usar recursos. Hablamos de apreciar qué es mejor para nuestro negocio en 2015, de entender que hoy día el mercado es muy diferente al que manejábamos hace tan solo 10 años. De ser proactivo en lugar de reactivo. En definitiva, hablamos de analizar, evaluar y actuar, no de hacer proposiciones porque al final, las proposiciones quedan en un cajón que no volveremos a abrir hasta las próximas Navidades.
Comentarios