Como bien se sabe el área creativa de una agencia de publicidad, se divide en arte y copy. Es claro el peso que tiene el contenido visual en una campaña, pero por más buena que sea la imagen que contenga el anuncio, si su complemento escrito es limitado, no logrará el cometido de toda estrategia al querer posicionar su producto o marca. Un posicionamiento se logra mediante la clara exposición de las bondades del producto, al redactar un posicionamiento se deberá tener claro el target (público objetivo), el USP (Unique Selling Proposition), el beneficio y el reason why (razón del beneficio). Al saber con precisión cuál es nuestra propuesta única de venta, el beneficio que brindará al consumidor y la razón de éste, la transmisión del mensaje que alineará el producto con sus atributos será evidente. La elaboración del concepto sobre el cual se emitirá el mensaje requerirá un lenguaje conciso, llano y directo; de nada servirá la implementación de palabras ostentosas cuando a la hora de la vinculación con el público, estos no se identifiquen. En el “copywriter” recae la responsabilidad de, mediante la codificación del lenguaje simple, provocar una reacción en los receptores e incentivarlos a la compra o al seguimiento de un producto. La clave para la creación de maravillosos conceptos y estrategias, podríamos centrarla en la siguiente pregunta, que hace algún tiempo compartió el prodigioso publicista Oscar de Juambelz Evans, “¿Qué tengo yo que decir para que tú pienses de mí lo que yo quiero que pienses, sin que sea yo quien te lo diga?”. Con este ejemplo vemos que no necesariamente en la redacción se tiene que plasmar tal cual un listado de cualidades o propiedades de tu producto, sino que se deberá contar con una profundización más allá de lo indiscutible, al brindar a tu target la idea de quién eres y por qué te debe comprar. Si implementas el “¿Por qué?” con frecuencia, tendrás grandes respuestas en tu vida profesional y personal. Imagen cortesía de iStock
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