El pasado lunes, antes de que el Airbus 320 se estrellara en los Alpes franceses, Lufthansa y su filial Germanwings eran dos compañías aéreas con buena reputación en Europa. Allí estaba yo en el aeropuerto esperando a mis familiares que llegaban cuando tropecé con la última acción de guerrilla de Lufthansa. Todos hemos visto a los privilegiados que aterrizan y buscan su nombre en el cartel que lleva el chófer que les espera en el aeropuerto y esto ya no es exclusivo de los ricos y poderosos o de los afortunados que tienen un viaje de negocios. Cualquiera que espere a sus seres queridos en el aeropuerto solo necesita teclear en la pantalla táctil el texto que desea en su cartel, visualizar el resultado en la pantalla y ¡tatachán! En unos segundos el cartel impreso está en tu mano en tamaño A3 para que cuando se abran las puertas de llegada de la terminal puedas levantarlo ante la vista de los tuyos. ¡Eso es glamour y lo demás son tonterías! En cuanto vi el “Impresor de carteles de bienvenida” de Lufthansa supe que quería dedicar mi próximo texto en Roastbrief a una idea tan buena, eso fue hasta que al día siguiente el avión de Germanwings se estrellara en su ruta entre Barcelona y Düsseldorf. Todos contuvimos la respiración y llegó la peor noticia posible…no hay supervivientes, 150 personas, bebés incluidos; perdón 149+1, fallecieron en el terrible suceso. Al margen de las especulaciones sobre los motivos, causas y explicaciones de lo sucedido lo que nos queda es la ausencia de 149 personas, y un copiloto supuestamente suicida, pero a Lufthansa y Germanwings les espera el ascenso desde lo más hondo del pozo de la desconfianza de clientes, trabajadores e inversores…pero eso es tema para otro artículo. Descansen en paz aquellos que nunca vieron los carteles de bienvenida en las manos de quienes les esperaban en el aeropuerto. #indeepsorrow
Comentarios