Hace unos días leí un artículo sobre Néstor Calderón, arquitecto que decidió cambiar de vida y dejar su profesión para dedicarse a contar cuentos ¡y tan feliz! En las últimas semanas no es el único ejemplo que he conocido. Ése también es el caso de Baptist de Pape, autor del bestseller y película ”The Power of the Heart“. El bueno de Baptist no se sentía realizado con su vida de abogado y después de un período de introspección, encontró la respuesta a “qué quiero hacer realmente”. Como no hay dos sin tres, esta semana despedimos a una compañera en la agencia que se va a otro lugar para dedicarse al yoga, su pasión. Visto que las casualidades no existen, tomemos estos ejemplos para plantearnos ¿qué hacen los publicistas que se retiran? ¿Hay vida fuera de la agencia? Confieso que me da miedo plantearme las preguntas porque me doy cuenta que a pesar de los esfuerzos, las horas extras y las dificultades del camino, disfruto de cada día que se me permite jugar a seducir extraños vendiéndoles ideas, productos, promesas. Hay días que todo se hace más cuesta arriba y una se plantea si tiene sentido trabajar para vivir cuando los costes son tu propia vida social y energía. Quizá es tiempo de planteárselo, de defender más que nunca la calidad más que la cantidad; demostrar que los estudios científicos sobre la creatividad y el desarrollo de la inteligencia emocional tienen razón cuando defienden que es necesario disfrutar de tiempo libre para ser más productivos. ¿Y los publicistas dónde y cómo se retiran? ¿A dónde van? ¿Matan el gusanillo publicitario como freelance para no dejarlo totalmente? Imagen cortesía de iStock
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