La mentira es más que un simple acto de ocultar o inventar ideas, es por naturaleza un lubricante y una defensa social. Más allá del simple acto de mentir se presenta una gran cantidad de motivaciones y necesidades que esta conducta empieza a resolver de manera efectiva. Las personas suelen mentir hasta doscientas veces en el día, es probable que las mujeres con sus parejas lo hagan más que los hombres buscando alivianar tensiones, moldeando de manera amable las dificultades que se pueden presentar en una relación. Mentir está dado en nosotros desde la niñez, mentimos y nos mienten casi de manera sistemática y muchas veces sin pensarlo, como cuando llorábamos para llamar la atención de nuestros padres, o cuando nos decían cosas que nos asustaban para que comiéramos o fuéramos a dormir. Lo hacemos por múltiples razones, entre otras, para querer salir bien librados de un juicio o un señalamiento, para evitar la vergüenza, para mejorar nuestros procesos sociales, se convierte entonces en un excelente lubricante relacional. La mentira nos puede liberar o por el contrario, condenar respecto a una situación en donde podemos estar expuestos a la evaluación. El concepto de mentira no se puede considerar como bueno o malo, es un acto que nos permite sentir que podemos sortear mejor una situación que nos pone en apuros, es una forma de anticiparnos a lo que está por venir, por lo cual debe analizarse bajo la singularidad de cada caso y por supuesto no abusar de ésta de manera permanente ni consciente, ya que puede ser un generador de tranquilidad y calmar la ansiedad enfocándose en todo aquello que las personas quisieran escuchar desde que ésta no sea descubierta. Las investigaciones enfocadas a descubrir el pensamiento de los consumidores, exigen el análisis de la conducta fuera de las expresiones lingüísticas de los pensamientos y las emociones, ya que sostener una mentira es mucho más fácil desde la verbalización. Los gestos o el lenguaje no verbal pueden evidenciar de manera más efectiva la verdad. La elaboración de una “frase gestual” es similar a una frase verbal, se compone mínimo de tres elementos y permiten transmitir una idea básica, observar es un recurso muy efectivo para reconocer la verdad. Las nuevas tecnologías vienen a apoyar el proceso de comprensión y análisis de la conducta del consumidor, vistas como recursos complementarios al proceso de investigación de mercados, puesto que aún se siguen aplicando instrumentos tradicionales por su carácter de estandarización y formalización de la información. Sin embargo preguntarle directamente al consumidor lo que siente, puede ser un error, en la medida que muchas veces no sabe por qué experimenta dichas emociones, es entonces cuando mentir se convierte en un recurso para decir lo que se piensa, generando la necesidad de expresar de manera racional una idea así ésta no sea del todo cierta, pero que nos hará quedar bien ante los demás. La mentira está presente en la oferta comercial y en la demanda del consumidor cuando hace parte del mensaje publicitario o en una conducta de consumo, nos defiende o nos condena, igualmente nos incluye socialmente y nos aleja cuando llega a ser descubierta. Ésta ofrece la posibilidad de construir mundos ideales, nos separa del miedo a la realidad, es posible que sea la razón por la que muchas personas deciden vivir en mundos imaginarios. El problema se presenta cuando hay una confrontación con la realidad, generando frustración e insatisfacción, la mentira nos puede hacer sentir muy felices desde que se pueda mantener. Reconociendo el carácter de pegamento social que tiene la mentira, se puede convertir en una efectiva herramienta de persuasión e influencia sobre grupos específicos de un segmento. El marketing aprovecha esta condición para insertar mensajes y generar promesas que influencien al consumidor mucho más fácil en su intención de compra, llegando a considerarlas como grandes verdades. Pese a esto, las marcas deben resguardarse en la honestidad para lograr trascender en la mente y el corazón de las personas y así permanecer en la cotidianidad de los mismos de forma fidelizada. Imagen cortesía de iStock
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