Los clientes siempre han sido, y seguirán siendo, el mayor activo de toda empresa; sin ellos no hay dinero, no hay marketing, no hay nada… Por lo tanto, es de suma importancia conocer sus intereses, deseos, preferencias y necesidades. David Ogilvy dijo una vez lo siguiente: “El consumidor no es idiota, es como tu mujer”. Esta sabia frase nos resume la manera en la cual hay que tratar y valorar al cliente, es decir, ellos son como nuestra familia, son personas que buscan satisfacer sus necesidades y resolver sus problemas, un producto a la vez. La satisfacción de los consumidores radica en qué tanto valor generamos para ellos, qué tanto se identifican con nuestra marca y, sobre todo, en el grado de interés y empatía que mostremos. Un cliente quiere que resuelvas sus problemas y mejores su vida mediante los productos que ofreces (una tarea nada fácil, pero tampoco imposible). En la medida que puedas resolver lo anterior, tus clientes te amarán y seguramente, te recomendarán. Un cliente realmente satisfecho puede generar mayor credibilidad que cualquier anuncio publicitario. Partiendo de esta premisa, ¿quién no ha comprado un producto gracias a la recomendación de un amigo, un familiar, o a partir de una reseña emitida por un usuario contento y satisfecho?… Yo sí. Sin duda, en la actualidad, las opiniones que tienen los clientes sobre una marca pueden llegar a influenciar a otros consumidores para que compren, o no, un producto o servicio. Esto lo podemos ver al momento de acceder a páginas como Mercado Libre. Dicho sitio cuenta con una sección donde el usuario puede ver la reputación del vendedor, los comentarios y recomendaciones; si éstas últimas son negativas, con frecuencia el cliente potencial se abstiene de realizar la compra y busca una mejor opción. Con esto nos damos cuenta que, efectivamente, la opinión del consumidor tiene mucho peso, y puede llegar a ser determinante en la decisión de compra de terceras personas. No hay cliente chico, ni grande. No hay cliente que deba ser subestimado, pues no sabemos si él en un futuro pueda ser el conducto para que muchos más conozcan nuestra marca. Hoy en día, las organizaciones se deben preocupar más por generar valor en los clientes y por convertirse en una lovemark; una marca que realmente sea apreciada por el mercado y que genere más clientes satisfechos que recomienden sus servicios. Un cliente satisfecho siempre será el mejor embajador de tu marca. Imagen cortesía de iStock
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