Me resulta difícil elegir mi película favorita de Alfred Hitchcock; son muchas las que me gustan. Pero siempre le tuve un cariño muy especial a “North By Northwest”, de 1959, conocida en español con dos nombres igualmente imbéciles: “Con la Muerte en los Talones” e “Intriga Internacional”. De todos modos, convengamos en que estos títulos son disculpables, ya que el original no significa nada: la expresión “al Norte por el Noroeste” no tiene sentido, no se menciona durante el filme, y ni siquiera es una dirección válida en una brújula. Más allá de esto, la película es una joya. Cuenta la historia de un ejecutivo de publicidad (!) que es confundido con otro hombre, incidente a partir del cual comienza una serie de peripecias que lo ponen en grave peligro hasta el célebre clímax en Mount Rushmore, el que tiene las cabezas gigantes de próceres estadounidenses. No es la primera película de Hitchcock en la que al protagonista le confunden la identidad: de hecho, hay una anterior con Henry Fonda que se llama directamente “The Wrong Man”. En ésta, la víctima del error es Cary Grant, y con él están Eva Marie Saint, James Mason y un joven Martin Landau, cuya actuación como un asesino profesional sugestivamente afeminado casi hace que prohíban la película. (Paréntesis: durante la filmación, Landau estaba preocupado porque veía que Hitchcock daba constantes indicaciones a los demás actores y a él nunca le decía nada. Le preguntó la razón al director y éste le contestó que solo daba instrucciones a aquellos actores que no estaban haciendo bien las cosas. Si no le decía nada a Landau, era porque él estaba impecable. Cierro paréntesis.) “North By Northwest” tiene varias secuencias inolvidables: la ya mencionada en Mount Rushmore, la de las Naciones Unidas y, sobre todo, la de la avioneta que persigue a Grant en un campo. Pero hay una secuencia que se planeó y nunca se filmó. Si lo hubieran hecho, esa escena sería hoy una de las más famosas de la historia del cine. Hitchcock había pensado realizarla en la planta automotriz de Ford, en Michigan. La idea era que Roger Thornhill (Grant) estuviera hablando con un operario mientras los dos caminan junto a la línea de ensamblaje. En la conversación, mencionan a uno de los capataces de la planta; detrás de ellos, y a medida que caminan, vemos cómo un auto se va armando, desde el primer tornillo hasta la pieza final. Cuando el auto ya completo sale de la línea de ensamblaje, Thornhill abre la puerta y de adentro del coche cae el cadáver del capataz del que estaban hablando. Es de suponer que Hitchcock planeaba filmar todo esto en una sola toma, para recalcar el hecho de que el muerto había aparecido de la nada. Sin embargo, ni él ni el guionista Ernest Lehman encontraron la manera de encajar la escena en la historia. Una pena. Igual, no se pierdan la película, que es maravillosa. Y ya que están, fíjense si encuentran alguna forma de meter la secuencia del auto. Esté donde esté, el Maestro se los va a agradecer.
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