Alex Osborn afirmaba que «la pregunta es la más creativa de las conductas humanas». Las preguntas son un mecanismo que impulsa el pensamiento creativo. Sin ellas no tenemos sobre qué pensar. Si no realizamos las preguntas necesarias, si no agotamos las posibilidades de preguntar, podríamos caer en un error de enfoque o de reconocimiento del problema. Un problema bien resuelto ya es media solución y el éxito de éste yace en hacer preguntas. Cuantas sean necesarias. Así como la creatividad es posible de ejercitar y entrenar, lo mismo debemos hacer con las preguntas. Practicar el hacer preguntas conlleva al hábito de hacer mejores preguntas. En el libro El Arte de Formular Preguntas Esenciales podemos leer la siguiente reflexión: «La calidad de nuestras vidas la determina la calidad de nuestro pensamiento. La calidad de nuestro pensamiento, a su vez, la determina la calidad de nuestras preguntas». En el campo de la creatividad, el objetivo creativo o foco creativo es aquello que utilizaremos como plataforma para la generación de ideas. El foco debe estar claramente redactado en una sola frase que no dé lugar a confusión o ambigüedad. Generar ideas que realmente sean valiosas y que desemboquen en innovación es algo más que sentarse a ver qué se le ocurre a uno o hacer un brainstorming. Las preguntas definen la o las tareas y moldean el problemas. Preguntar provoca que el pensamiento creativo avance. Preguntar para que la respuesta genere una nueva pregunta. Solo así estaremos realmente involucrados en el proceso de detectar y redactar el foco creativo. No ir hasta las profundidades, al igual que con las ideas, es sinónimo de superficialidad. Mi consejo es que nunca dejes de preguntar y que no te de vergüenza ser un preguntón. Para el final, una reflexión de, Albert Einstein, un gran preguntón: «la formulación de un problema, es más importante que su solución.» Imagen cortesía de iStock
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