Una idea puede venir de cualquier persona, así que parte de ser publicista consiste en tener buen ojo para poder reconocerlas y trabajarlas. Hay que tener ese don para saber qué insight vale la pena y no pensar sobre ideas que estaban muertas desde el principio. Por eso este negocio trata de reinventarse, de estar constantemente pensando en conceptos diferentes y evolucionando; Así como evolucionan los consumidores, ellos ya no se sorprenden con simplemente escribir “El mejor”. Saber de todo un poco es necesario para sobrevivir en este medio. Como Copywriter es común que se escriba desde una cuña de responsabilidad social hasta un poema al whisky un lunes cualquiera. Si no se tiene buen ojo para reconocer las ideas, déjeme decirle colega que está destinado al trasnocho, a los ajustes infinitos y a los vales de comida. Pero tranquilo; el buen ojo como la creatividad se puede alimentar. No por nada el trabajo de un Director Creativo en parte es dar el visto bueno a los proyectos de los grupos creativos; los Directores en su experiencia ya tienen la habilidad de reconocer el potencial de una idea y piensan como agencia, cliente y consumidor para cada proyecto. Por eso para pertenecer a esta parte tan importante de la publicidad hay que estar medio loco, ver las cosas de otro modo y atreverse a soñar como trabajo. Hay que apostarle a las ideas y trabajar duro sobre hallazgos importantes, si usted tiene fe en una idea persígala, no la mate, investigue y llenése de argumentos para defenderla, que no tengan como tumbársela, cuéntela con la misma pasión con la que hizo los primeros rayones en papel, apropiése de ella y para el próximo proyecto piense en una mejor que la anterior. Así se obliga a sacar cada vez mejores ideas, de los errores se aprende y el borrador o Ctrl + Z existe hace mucho. Así que no se afane, escriba y piense mucho, esto ejercita su cerebro y hará que su pensamiento creativo sea cada vez mejor para solucionar problemas. Así estará más cerca de tener el buen ojo que tienen los grandes creativos. Esfuercece mucho, porque no se imagina lo bien que se siente ver una idea suya hecha realidad. Imagen cortesía de iStock
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