Aunque nos cueste admitirlo, los publicistas también hemos sido, somos y seremos objeto de la Publicidad, y de la misma forma en que somos “el conquistador”, alguna vez nos ha tocado estar del otro lado, sería una linda historia contar que nuestro estilo de vida es como de Los Picapiedra, que al terminar nuestra jornada de trabajo regresamos a un mundo paralelo donde desaparece tu no tan inteligente teléfono, tus outfit preferidos (incluyen pijama y pantuflas), tu confidente computadora, el veloz servicio de internet (que te trajo hasta aquí), o el sin número de cosas que podría enlistarte en este momento que forman parte de lo que llena tu día a día y que definitivamente sin ellas tu vida no sería la misma. Antes de elegir nuestra hermosa profesión éramos un humano más en este mundo de capitalistas locos, y lo seguimos siendo, nos libramos de la era de los taparrabos, pero no de la del consumismo, hoy te puedes dar el lujo de que tu quincena patrocine los jeans que traes puestos, o los menjurjes que te pones encima para evitar el olor a cavernícola, pero obviamente no compras cualquier cosa, si bien no es lo más caro, si es lo que cubre mejor tus gustos y necesidades de mortal, adoptando así hasta marcas favoritas. Bien pues ahora que todos sabemos que también has sido conquistado, tómalo a tu favor, somos un consumidor más y por ende, ya estamos del otro lado; como humano-publicista alguna vez estuviste a punto de soltar la lágrima o carcajada con un comercial, un jingle no dejó de revolotear en tu cabeza durante semanas enteras (y no precisamente el mejor de los mejores) y para ser más claros, conoces el alivio que te da voltear y ver que ¡sí hay papel! (y del suavecito); como todos los demás, hay “N mil” formas en la que estamos expuestos a la publicidad (o incluso más si le sumamos tu pasión por buscar y conocer más del ámbito) y estoy segura que cuando te la topas entra tu ojo crítico de por medio, y para nada que está mal, eso te permite analizar e ir descubriendo cómo fue entretejida esa idea para ser lo que ahora es, pero el punto es que dejes de analizar campañas y comiences por analizarte a ti (o a tus personas favoritas más cercanas), eso te dará materia prima pura sobre lo que, como creativos, nos gustaría lograr. Aunque es un hecho que cada cabeza es un mundo y en definitiva no abarcas ni la mitad de los targets habidos y por haber (literal), eres una persona que funciona de la misma forma que los demás, y si ya seguiste el hilo de la objetividad de la campaña, ahora pregúntate qué hubo en esa comunicación que te abordó personalmente, al punto que seas tú quien elige la lata roja y no la azul, o viceversa. Bien querido consumidor, “ya tu sabe” cómo se siente el tan buscado insight, y si a las ideas que hay en tu cabeza para esa campaña que tienes entre tus manos le adicionas un toque de empatía, te aseguro podrás sentirte más familiarizado con tu target, y aunque es imposible saber lo que piensa y siente con exactitud, al menos podrás darte una idea de lo que posiblemente le gustaría o no sentir, ver, escuchar, cantar, oler, y demás. Vivimos en un mundo donde la adaptación y supervivencia giran en torno a las cosas materiales, incluso para nuestras necesidades más básicas, pero no por eso dejemos de hacer nuestro trabajo con sentido humano, si tenemos la capacidad de influenciar, que sea con responsabilidad, en nuestras mentes está la posibilidad de hacer publicidad de calidad que siga alimentando a nuestra sociedad de forma nutritiva. Al final del día eres tú el de las ideas, así que asegúrate de que tu consumidor se sienta satisfecho, igual o más que a ti te gustaría estarlo. Imagen cortesía de iStock
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