Aquellos que trabajamos en publicidad, es decir, vendiendo cosas, no somos la excepción a la regla: a nosotros tampoco nos gusta que nos llamen por teléfono para vendernos cosas (teléfonos, tarjetas de crédito, seguros, y un larguísimo etcétera). La molestia que produce recibir estos llamados es, según parece, un fenómeno global. En el Reino Unido, sin ir más lejos, se ha producido un notable caso de hastío ante los llamados de los telemarketers. Básicamente, un inglés se hinchó las pelotas y tomó una medida extrema: se cambió el nombre. El hombre se llama (se llamaba) Tim Price. Para formar su nuevo nombre, le agregó 9 letras P al apellido. Ahora se llama Tim Pppppppppprice. La teoría de este caballero es que cuando los telemarketers vean su nombre en la lista, lo van a descartar automáticamente como cliente potencial ante la casi imposible tarea de decir su apellido, que él pronuncia de este particular modo: Per-per-per-per-per-per-per-per-per-per-rice. Tim (es mejor decirle así) sostiene que cambiarse el nombre y actualizar todos sus documentos le costó 93 libras esterlinas, algo así como 153 dólares. No parece tanto si la consecuencia es que ya no lo molesten con llamados, aunque falta saber si el método de Pppppppppprice funcionó o no. Estemos atentos. (Fuente: tydknow.com) Imagen de portada cortesía de iStock
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