Bien pues me toca escribirles justo en uno de los días más significativos para el mexicano fiestero. Las calles tan coloridas y la alegría de la gente me inspira a dejarles un breve texto antes de, como buena seguidora de mis raíces, empezar una reunión tequilera. Sin embargo, temo que el significado de salir el día de hoy sea tergiversado, pues solo lo considero una oportunidad para aprovechar el break y reunirme con amigos que no puedo frecuentar debido a la cuestión laboral. Mi concepto de 15 de septiembre es únicamente sentirme orgullosa de la riqueza cultural y natural de mi país. Mi título habla del respeto pero…¿Qué rayos tiene que ver eso con las famosas “fiestas patrias”?. Un pensamiento divergente les diría que todo. He escuchado infinidad de comentarios que culminan en un “¡Viva México!” y la verdad, estoy harta de la hipocresía y la carencia de fundamento en las palabras de individuos que; todo el año se quejan de una crisis económica, discriminación, injusticias, devaluación, prepotencia y sobre todo del presidente pero eso si, no faltarán al grito hoy por la noche. Analicemos la situación desde el punto de vista del marketing; los consumidores son los ciudadanos y la marca es el presidente. Por lo regular, los consumidores exigen productos de calidad además de ser escuchados por las grandes empresas, a quienes les piden resolver necesidades y conflictos. Las marcas deciden hasta que grado hacer caso de las peticiones de sus consumidores y, muchas de ellas tiene la autoridad suficiente para mandarlos al diablo. Pero ¿cómo espera una marca líder tener un respeto que no brinda? El respeto no se exige ni viene envuelto como regalo…¡se gana señores!. Entonces me cuestiono ¿cómo quieren que mejore la situación de México si apoyan un consumismo preestablecido con el objetivo de “callarles la boca un ratito con entretenimiento barato”? Si uno mismo no tiene dignidad ni respeto, no puede esperar que alguien más se lo otorgue (aplicable a cualquier ámbito). He ahí la relación del respeto con las dichosas festividades que sirven para…nada realmente. El tema político es solo un ejemplo alusivo a la fecha para resaltar el hecho de que el consumidor tiene el poder sobre la marca. No obstante, si de compra-venta se trata, algunas empresas líderes abusan con frecuencia de la ventaja de ser los proveedores para burlarse del consumidor. En especial, las franquicias sufren mucho de este tipo de problemas. Pondré un ejemplo reciente: Ticketmaster en combinación con otros corporativos como Banamex, Gandhi o Mixup se dan a la tarea de llevar a cabo, preventas exclusivas para tarjetahabientes de dicho banco. En resumen y, estoy segura de que a muchos les ha pasado; sus ilusiones se rompen al intentar comprar en línea o formarte a primera hora para adquirir los boletos de tu evento preferido. Sabes de antemano que debes entrenar tu hígado para soportar que, Ticketmaster delegue la culpa a la caída del sistema o al banco, ignorando la necesidad inmediata de sus compradores. No obstante, al consumidor no le interesa de quien es la culpa, solo quiere adquirir el producto y ya. Las grandes empresas no se dan cuenta que, está en juego su prestigio cada vez que le faltan al respeto a sus consumidores. Porque literal, cadenas como Mixup, Ticketmaster e incluso Ocesa hacen caso omiso de lo que ocurre en punto de venta. En ocasiones, es difícil detectar las áreas de oportunidad de cada establecimiento si de una marca colosal se trata. Eso es comprensible, lo que no es aceptable es permitir que colaboradores sin sentido humano sean la imagen que te represente. Lograr un engagement con tus clientes potenciales para posteriormente, convertirlos en consumidores fieles no debería ser otra cosa más que educación corporativa. Si quieres respeto, haz sentir a tus clientes valiosos y ellos te lo darán pues de igual manera, ellos se sentirán respetados.
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