El 21 de octubre del 2015 es la fecha en la que Marty McFly llega al futuro en la película ochentera que le sacará una que otra lágrima a muchos, Volver al Futuro. Es una realidad que las modas vuelven en todos sus formas. Las películas son una de esas formas que buscan tocar nuestros recuerdos de infancia o juventud, esos años dorados que pueden regresar a través de una película. ¿A quién no le gusta recordar? El marketing se ha encargado de utilizar esos recuerdos para seguir vendiendo y los consumidores no sólo se dan cuenta de la estrategia, sino que la aman. El caso del cine es uno de los más claros, ya que revive sentimientos en un segundo, como cuando escuchas esa canción que escuchaban tus papás en el auto camino al colegio. Este miércoles 21 de octubre, el futuro llegó, el pasado se quedó en la patineta voladora que todos desearon en 1989 (hace 26 años). La emblemática fecha en la que McFly llegó al 2015 hizo que Volver al Futuro II atrapara la mirada de los marketeros una vez más (bueno, de la nueva generación), listos para complacer a los nostálgicos consumidores. Oportunidad en el pasado Además del restreno de la película, las marcas aprovecharon la oportunidad de vender el pasado en un futuro que nos alcanzó. Pepsi presentó la Pepsi Perfect, una edición especial de Volver al Futuro II; Toyota llegó con un spot en el que Marty y Dr Emmett, de Volver al Futuro, discuten sobre las predicciones que se hicieron realidad; Universal Studios tiene disponibles nuevas ediciones de la película; Mercedes-Benz agradece al “Doc” por inspirar a sus ingenieros y Ford se unió a la tendencia con la tecnología que tenía el auto DeLorean. A lo largo del día estoy segura de que muchos community managers utilizarán esta fecha a su favor. A través del tiempo estaremos viendo frecuentemente esfuerzos de marketing orientados al pasado, por lo que no causa sorpresa que en cuanto se liberaron los boletos para la premier de Star Wars dos meses antes del estreno, las salas comenzaron a llenarse. Tenemos dos opciones como marketeros, subirnos al tren del mame o disfrutar esas dosis de pasado que nos regala una película o una marca y por qué no, sentirnos un consumidor más.
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