Recuerdo esos anuncios de las grandes marcas, en donde apostaban por la multiplicidad de colores, destellos, tamaños, formas, figuras y la infinidad de textos sobresalientes dentro de sus campañas. La saturación de elementos y la alta contaminación visual acechaban la atención del cliente para saborear su consumo. Tras este flujo comunicacional en constante crecimiento y un sinfín de transformaciones, el mercadeo, la publicidad y el diseño gráfico, han realizado modificaciones dignas de ser consumidas con mayor precisión. Todo esto, cuando se busca romper con las barreras comunicacionales e integrar un mejor “engagement” entre el consumidor y la marca. Pero, el problema no se centraliza únicamente en las barreras comunicacionales, sino que el torrente de marcas emergentes dentro del mercado, que satura la percepción humana de los anuncios publicitarios. Cada vez las personas tienen menos tiempo prestar atención y mucho menos de leer, los anuncios deben ser ajustados a un formato mínimo con alta significación, en donde le concepto debe ponderar con alto peso en esencia de la campaña. Todo este movimiento minimalista es como un retorno a los principios que regían los anuncios publicitarios, donde sólo lo esencial era expuesto ante el grupo objetivo. Desde la invención del término por el británico Richard Wollheim, la terminología ha ido en crecimiento, luego de un tiempo menguante, hasta este siglo donde muchas marcan optan por hacerse del termino; menos, es más. Ya no basta sólo con hacer un anuncio bien elaborado, sino que ahora se debe optar por hacer menos contenido para captar mejor la atención del “target”. Menos contaminación visual, más conceptualización Ante tal eventualidad, las marcas han tenido que regirse a los nuevos cánones visuales y estéticos de redacción, por consecuencia los publicitarios deben sujetarse a los cambios que el mercado demanda sobre el consumo. Coca Cola, Burger King, Apple y Microsoft, entre otros, son algunas de las marcas adheridas a este movimiento conceptual. Los embalajes y empaques están cambiando, la identidad gráfica ha sido reducida términos elementales, y por supuesto, las redacciones publicitarias han sido incrementadas en impacto, mas no en volumen. Los productos están siendo modificados visual y textualmente, las marcas necesitan vender más, mostrando menos. Cuando las personas han tenido un alto grado de interacción con la marca, únicamente se necesita un mínimo detalle recordatorio para establecer la relación directa con el producto. Apelar al minimalismo no es tarea fácil, puesto que todo un cúmulo de ideas deben ser concentradas en una sola, haciendo una ardua tarea para los creativos, quienes deben decir mucho, mucho, mucho en tan poco, poco, poco. Los diseñadores gráficos también deben normarse junto a la simplicidad de los visuales y los redactores, son quienes deben encargarse de textos simples, creativos y efectivos. Recién las marcas han optado por crear campañas con gráficos sencillos, pero con conceptuales poderosos. Las unidades lingüísticas se están reduciendo debido al acervo de nuevos significados que surge entre la convivencia humana. El minimalismo debe impactar con mayor fuerza, rapidez y efectividad en el grupo objetivo.
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