¿Si el azul es un ensueño, Qué será de la inocencia? ¿Qué será del corazón, Si el Amor no tiene flechas? ¿Y si la muerte es la muerte, Qué será de los poetas Y de las cosas dormidas Que ya nadie las recuerda?
Lluvia, Federico García Lorca
Morriña. Añoranza. Evocación. Recuerdo. Lo venían afirmando los tacones de las pasarelas, este otoño vuelven a inundar las pasarelas los acampanados de los setenta. El estilo boyfriend ya lo practicaron Juana de Arco, la papisa Juana, las hermanas Brönte y Billy Tipton. Los prehistóricos ya tenían dilataciones y ya escuchaban música monocorde. Los españoles nómadas en busca de un futuro mejor. La vuelta al pueblo, el campo, los orígenes: una inmersión en plena naturaleza. Los superhéroes de cómics ganan millones de adeptos en las pantallas. Las chicas han vuelto a ser curvy. El inglés e Internet van construyendo una Torre de Babel. Sara Carbonero ahora manda postales y cartas. La nostalgia vende, y se ha convertido en más que un recurso publicitario muy socorrido, como bien demuestran las campañas de Mahou o la reciente de Nescafé. Allá por dónde vaya no se ven más que las sombras del pasado entremezclándose con la tecnología más puntera. En la Antigua Grecia estaba bien vista la homosexualidad, y ahora se defiende más que nunca, como bien demuestra la campaña #ConLaVozBienAlta (de la Federación Estatal de LGTB). La gota que parece haber colmado el vaso ha sido la romántica historia que han empapelado Barcelona, bajo el haghstag #AlbayAlex (cuyo nombre recuerda, indudablemente, al William Wilson de Poe). Y se volvía viral una carta, Quiero estar soltera pero contigo, de Isabelle Tessier. Este texto en forma epistolar, recuerda vagamente a esa época en la que los primates tenían una libertad sexual que garantizaba la supervivencia como especie, mientras enfatiza la diferencia entre la necesidad sexual y la emocional. La nostalgia vende, y la publicidad es siempre un fiel reflejo de la época. La nostalgia vende porque todos regresamos, rediseñando el pasado. ¿Y quién mejor que la publicidad para recrearlos, para volver a hacernos sentir igual que en nuestros recuerdos? Tanta morriña daña la salud, no es bueno vivir en el pasado. El otro día los científicos revelaban la existencia de agua líquida en Marte. Ya saben lo que dicen, un paso hacia atrás, dos hacia delante. ¿Estamos acaso saturados de nostalgia?¿O sólo añoramos los tiempos no vividos por el misterio que los envuelve? ¿Hasta qué punto puede una sociedad vivir en el recuerdo? ¿Es la publicidad reflexiva un augurio de nuevos tiempos? Imagen cortesía de iStock
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