Coincidimos con el Dr. Roberto de Vries al afirmar que la influencia es una herramienta de poder, muy vinculada a un poder de tipo intelectual que nos permite, si no hemos sido designados para ejercer el poder sobre los demás (no tenemos autoridad) ejercerlo utilizando al designado; ¿cómo? David Armanano nos confía algunos de los que él piensa son los pilares de la influencia y entre ellos tenemos que una personalidad (individual o colectiva) influyente debe tener alcance, proximidad, experiencia, relevancia, credibilidad y confianza. Pero ¿cómo sabemos que tenemos esos elementos o que nos está faltando alguno o que alguno está fallando? Para descubrir qué tan poderosa es una marca o un personaje e incluso, para asegurarnos de qué tan influyentes podemos ser, aquí enumeramos seis indicadores que miden el poder de la influencia: Convocatoria. Es posible medir el alcance que tenemos por otras vías, pero la más expedita es la capacidad de convocatoria, pues nos muestra, con precisión la cantidad y también la calidad de nuestra audiencia; la capacidad para agrupar o reunir a un público en un solo lugar nos indica quiénes nos conocen y cuál es su valoración inicial de nuestra imagen, que es para los efectos de este indicador, positiva, lo que nos permite comunicar más extensamente nuestro mensaje, haciéndonos más públicos. Interacciones. Así como para un imán es imposible no atraer los objetos metálicos, así mismo para una personalidad próxima a su audiencia es imposible no atraer siempre feedback; por lo que la mejor forma de medir nuestro nivel de proximidad es el número y la calidad de las interacciones; mensajes, comentarios, elogios, críticas, tanto en los medios de difusión como en la calle; no todo el mundo que ve, supongamos, a un artista, se le acerca a pedirle un autógrafo; en el caso de una personalidad influyente, si es próxima, dará siempre la sensación de estar disponible para recibir a sus seguidores. Prestigio. Puede considerarse que una persona es experta en algo o en muchas cosas por sus reconocimientos; la mejor forma de medir la experiencia que tiene una personalidad influyente, es el número de reconocimientos y la calidad de estos, pues mientras más exigentes sean los premios ganados o el prestigio alcanzado, mayor será la percepción que tenga la audiencia de la experiencia tenida; no es igual un escritor muy vendido y famoso que un escritor que forme parte de la Academia de la Lengua de aquél país y que tenga premios de literatura muy reconocidos y de alto valor por su exigencia; así pues es importante que la experiencia sea comprobada con el prestigio logrado. Atención. A diferencia de la capacidad para convocar y de la capacidad para atraer a la audiencia, la atención mide la relevancia que tenemos en el público; publicaciones, notas de prensa, entrevistas, invitaciones a congresos, seminarios, calificaciones populares, el estar de boca en boca es el mejor instrumento para medir la relevancia, la atención a lo que hacemos e incluso lo que dejamos de hacer; un beisbolista muy relevante siempre será el más esperado en el turno al bate; un cantante muy relevante aunque no lance nuevas canciones por un tiempo, siempre seguirá escuchándose. Respaldo. Cuando una personalidad es influyente y posee un buen nivel de credibilidad, cualquier cosa que diga recibirá un masivo respaldo; la audiencia no suele apoyar con su respaldo cualquier mensaje a la deriva; las ambigüedades se castigan duro si no se saben gerenciar de forma correcta; el poder para influir requiere un manejo cuidadoso, quizás pasado de escrupuloso, para convertirse en referencia creíble; construir un discurso favorable que incida en otros indicadores, como la relevancia o la convocatoria, pasa por hacer que los mensajes de la personalidad influyente sean creíbles; si una marca de equipos tecnológicos nos dice que son los mejores por su calidad y arquitectura, y al salir uno de sus productos, tiene una falla notable, puede que este incidente haga fallar su credibilidad, lo que es una oportunidad de oro para otras marcas de penetrar en ese espacio vacío y esto podría significar la pérdida gradual de influencia, si no se repara el daño a la imagen. Alianzas. Si la audiencia no se siente segura con alguna marca, seguro que no la recomendará; las audiencias suelen ser bastante exigentes con las personalidades, la confianza es el más complejo y frágil de los elementos del poder de influencia; pero además es vital poseerlo, pues en la confianza se sostiene todo lo demás; la capacidad para hacer aliados, es decir, relaciones útiles que dejan ganancia, depende de la seguridad que haya de que esas relaciones también serán, en el mismo grado, útiles y dejarán ganancia para la otra parte; ningún político podrá hacer alianzas con los partidos capaces de ganar una elección o de situarlo en un ámbito de poder si no es confiable; los ministros suelen tener, en países con alto desarrollo institucional, mucha influencia sobre los funcionarios electos; así mismo una marca que no es capaz de hacer de sus usuarios y consumidores aliados, que divulguen sus bondades, escasamente podrá tener influencia en la audiencia. Las alianzas entonces miden, con mayor precisión, la confianza que se tiene de nosotros, como personalidades influyentes. Con estos seis indicadores, que no son los únicos y que seguramente son revisables; se pueden medir los seis elementos presentes, para Armanano, en el poder de influir en la audiencia; sin embargo, la influencia no siempre va a ser positiva; habría que despejar las dudas y ver si en alguno de los indicadores o en todos resultamos siendo una “mala influencia” y cómo algunas personalidades y marcas aprovechan esto; pero eso es tema para otra ocasión. Imagen cortesía de iStock
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