Según la Real Academia Española, la definición de ucronía es “Reconstrucción lógica, aplicada a la historia, dando por supuestos acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder”. Esto es, imaginar un presente distinto a partir de un hecho histórico que ocurrió de otra manera. Hay varias obras destacables creadas a partir de esta artimaña; entre ellas: “Watchmen” (la genial historieta de Alan Moore y Dave Gibbons, y también la película), la novela “Farthing”, de Jo Walton, que imagina a Gran Bretaña firmando la paz con la Alemania nazi mientras en Estados Unidos es presidente Charles Lindbergh –igual que en la novela de Philip Roth que se comenta más adelante– y otra ficción, “The Yiddish Policemen’s Union”, de Michael Chabon, que imagina a los judíos establecidos en Alaska en 1941: tal vez no sea lo mejor de este autor, pero está muy bien. El altamente recomendable sitio Mental Floss publicó una lista de ucronías imaginadas por escritores y periodistas (algunas desarrolladas en obras completas, otras solo como sugerencias); aquí reproduzco algunas de ellas y agrego un par.
- En el libro “What If?”, varios historiadores se preguntaron que habría pasado si algunos hechos históricos hubieran sucedido de diferente manera. Algunas de estos suposiciones eran bastante populares (por ejemplo, qué habría ocurrido si fracasaba la invasión del Día D) pero otras no. Entre ellas, la de Lewis Lapham, quien recordó la Batalla del Bosque de Teutoburgo, también conocida como el Desastre de Varos; allí se enfrentaron en el año 9 las legiones romanas y las tribus germánicas. Estas últimas emboscaron a los romanos y destruyeron tres legiones, lo que significó que los romanos no volvieran a intentar la conquista de Germania (Alemania, claro). Lapham sostiene que si los romanos hubieran ganado, la historia mundial sería muy diferente: “El Imperio Romano no habría caído en la ruina, Jesucristo habría muerto olvidado en una cruz ignota y, lo más notable, el idioma inglés hoy no existiría” (!).
- En 2003, la revista inglesa de cine Empire sugirió ucronías relacionadas con Hollywood. Parece que el artículo se lo tomaba bastante en broma porque, por ejemplo, imaginaba qué habría pasado si “El Padrino” (“The Godfather”) hubiera sido un fracaso de taquilla: Coppola, su director, se habría dedicado al cine porno; Al Pacino habría vuelto a su trabajo original en una empresa de mudanzas. El más curioso de estos planteos era suponer la película “Mujer Bonita” (“Pretty Woman”) dirigida por Martin Scorsese y no por Garry Marshall; esto no es nuevo: en Internet hay infinidad de estas elucubraciones, como los clásicos de Disney dirigidos por Quentin Tarantino. Pero la versión de “Pretty Woman” por Scorsese suena lógica. Es una visión dura y descarnada de la vida en la calle, se llama “The Happy Hooker”, es decir “La prostituta feliz”, y termina con el personaje de Julia Roberts muerto por una sobredosis de heroína mientras su cliente (Richard Gere) huye en su lujoso auto riéndose como un maniático.
- Esta es una extraordinaria novela: “La Conjura contra América” (“The Plot Against America”) de Philip Roth. Es una historia alternativa en la que Charles Lindbergh es candidato republicano a la presidencia de EE.UU. en 1940 y derrota a Franklin Delano Roosevelt. Lindbergh fue famoso por ser el primer piloto que atravesó el Océano Atlántico en avión, y también porque le secuestraron y asesinaron a un hijo pequeño. (Esta última historia se cuenta en varias películas; la más reciente es “J. Edgar” de Clint Eastwood.) Ahora bien, parece que este Lindbergh era una basura de tipo: racista, antisemita y homofóbico, entre otras lindezas. Entonces cuando es electo presidente declara la Ley Marcial, manda a la cárcel a sus opositores y forma una alianza con la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Roth cuenta todo esto desde la perspectiva de su familia judía en Newark, New Jersey; de hecho, el chico protagonista se llama Philip. Es una gran novela y, a partir de una ucronía, confirma que Lindbergh era un villano.
- En la novela “Fatherland”, de Robert Harris, la invasión de la Unión Soviética en 1942 por los nazis es un éxito. Alemania firma la paz con los otros aliados y 20 años después, Hitler sigue siendo el líder, reverenciado y adorado por su país. (Se hizo una película basada en la novela; es muy buena, la protagoniza Rutger Hauer.) La trama de la historia consiste en un policía que investiga el asesinato de un viejo jefe del partido nazi, y así llega a descubrir el secreto mejor guardado de Alemania justo cuando está por llegar al país el presidente de Estados Unidos, que es Joseph Kennedy; ojo: JOSEPH y no John. Es decir, el padre y no el hijo. ¿Cuál es ese secreto que nunca se difundió al ganar Alemania la guerra? ¿Qué hicieron los alemanes durante el conflicto? No lo voy a revelar, pero ya se deberían haber dado cuenta. Lean el libro o vean la película; ambos son excelentes. (La foto que ilustra esta nota, de un siniestro y anciano Hitler, corresponde a la película.)
- Javier Aguirre, Eduardo Blanco y Fernando Sánchez, tres de los creadores de la revista satírica argentina Barcelona, escribieron el libro “Ucronías Argentinas”. Consiste en diez historias alternativas desarrolladas a partir de planteos como estos: ¿Qué habría pasado si hubieran ganado los Montoneros? ¿Habrían instalado el Hospital de Niños en el hotel Sheraton, como prometían? ¿Y qué habría pasado si los pueblos originarios hubieran vencido en la Campaña del Desierto? ¿Y si le hubieran anulado a Maradona el gol con la mano contra los ingleses? Lo más curioso es que en este libro de 2008, los autores se preguntan que habría pasado si hubieran elegido Papa a Jorge Bergoglio, lo que, como todos sabemos, sucedió cinco años después. Bueno, la respuesta a esa pregunta ya la tenemos.
El mecanismo de la ucronía no se usa para contar historias en publicidad, aunque sí hay varios comerciales que transcurren en el futuro (es célebre aquel de Pepsi en el que los habitantes del futuro se preguntaban qué era la Coca-Cola). Sucede que la ucronía exige una narración en la que se explique cuál fue ese hecho que cambió la historia, y la breve duración de un comercial no permite extenderse demasiado. Igual, planteo el desafío: ¿y si hacemos una campaña “ucrónica”?
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