Estimado lector, Permítame explicarle por qué un publicitario (de Roastbrief) es lo mejor que puede pasarle. Porque es el mejor haciendo regalos. Antes de pensar en la superficialidad que denota a priori esta afirmación, reflexione: ¿Cuántas veces le ha hecho un regalo ilusión de verdad? El arte de regalar se remonta hace miles de años, lo que debería ser una razón suficiente para haber aprendido de errores pasados y acertar siempre. Sin embargo, ¿cuántos ha acabado cambiando o devolviendo en la tienda? ¿Cuántos ha dejado en el armario o en un sitio estratégico esperando que se rompieran? El error más común que comete la gente es no pensar en el destinatario. A la hora de realizar una campaña, muchas veces se acaba difuminando la opinión del target, consecuencia de las exigencias y multitud de ideas que nos abruman. La figura del publicitario, en cualquiera de sus versiones, es consciente de este terrible error y sabe escuchar y observar. Un publicitario sigue un orden. Un amigo publicista aplica el trabajo de una campaña, hace de creativo, de copy, de planner, de cuentas. Primero te estudia, cuál target de campaña, después busca un concepto paraguas capaz de hacerte sonreír, desarrolla su idea de regalo, la lleva a cabo, te lo presenta. Toda campaña, igual que todo regalo, tiene un presupuesto: por eso los publicitarios, acostumbrados a mantener los pies en el suelo en el aspecto económico, saben estirarlo al máximo. Por otro lado, existen unos límites de tiempo y de recursos. Esta constante presión se transforma en un desafío a nuestra creatividad, que trabajará a todas horas en busca del regalo perfecto a todas horas. Nos levantaremos a mitad de la noche (si es que nos hemos dormido, pues tanta actividad mental nos mantiene activos por horas) a apuntar ideas y a pensar en las campañas (sí, somos multitarea: hacemos varias a la vez), y evidentemente, en el regalo. En tu regalo. El proceso de una campaña es fundamental el proceso de búsqueda. Buscar información del consumidor, sus hábitos, sus sonrisas tras los escaparates y cualquier comentario supefluo. En en un amigo, vemos lo que necesita, lo que desea y lo que tiene. Sabemos todo sobre él, no hay mejor detective que un publicitario. Y no porque lo sepa todo: sino porque sabe donde y cómo encontrar la información. Esta búsqueda constante también es de ideas, pensaremos consciente e inconscientemente en regalo. A todas horas. Buscaremos tu regalo en el paragüero, en el horno, en la Antártida y en la Luna si es necesario. Sabemos trabajar bajo presión. Y esto significa que no nos quedaremos bloqueados ni nos pondremos nerviosos: aunque falte media hora para entregártelo, y estén todos los comercios cerrados, tendrás tu regalo a tiempo y además acertaremos. Igual que una campaña. Ya lo cantaban Los Secretos y La Fuga, así que estimado lector, ponga un publicitario en su vida que le haga sonreír. Atentamente, Roastbrief, agencia especializada en amigos publicistas.
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