Luego de un entremés entre alegrías y celebraciones, la misión del día a día publicitario debe ser retomada. Es el momento propicio para trazar nuevos objetivos y visionar las metas que nos trasladen al éxito. La consistencia y persistencia, serán los parámetros esenciales que nos encaminarán hacia ese preciado trofeo, llamado victoria. Pero a todo ese cúmulo de objetivos a alcanzar y metas por cumplir, hay que agregar el ingrediente principal; ideas innovadoras que sean capaces de impresionarnos a nosotros mismos, luego el efecto surtirá a los demás. Roy H. Williams, hizo mención del efecto de las buenas ideas: «la buena publicidad impacta a cualquiera». Hablar de buenas ideas, es hablar de calidad, persistencia e innovación con un constante crecimiento. Entonces ¿Cuál es el verdadero sentido innovar? Sencillo, mejorar. Pero no sólo se trata de crear algo deslumbrante ante el mundo una sola vez, y luego olvidar el eje central de la creatividad, sino que la mejoría en la medida posible debe ser permanente. La calidad del trabajo debe ir en aumento y no menguar. Si mejorar la calidad de nuestro trabajo, se torna difícil, más difícil aún, es mantenerse en constante mejoría, pero cuando se haya logrado será gratificante saber que se está haciendo un buen trabajo. En la actualidad el mercado necesita mejorías en cuanto a ideas, los consumidores están cansados de la monotonía y ver la semejanza de una publicidad con otra, por lo tanto; buscan adquirir algo nuevo, algo que nadie más les haya ofrecido y más importante aún, algo que los haga identificarse y sentirse bien. La repetitividad es sinónimo de aburrimiento, el mercado busca que la publicidad satisfaga sus necesidades diarias; no que las aumente. No sólo basta con crear un concepto creativo espectacular, hay que valerse de los adelantos tecnológicos y por supuesto, ayudar las causas sociales. El plus de la creatividad debería ser la innovación, porque sin innovación no hay creatividad. Estos términos son tan paralelos, ya que uno del otro son indispensable. No conozco creativo, marca, producto o servicio alguno que no se valga de la innovación para brillar en el mercado. Alguien que se haga llamar creativo y no se preocupe por innovar diariamente, sólo engendra un pensamiento falaz y otorga un pseudónimo así mismo. El amor hacia las marcas se construye paso a paso, asegurándose de que el grupo objetivo cada día se sienta más satisfecho, que logre el “engagement” necesario entre marca y producto. La publicidad entra por los ojos, los oídos y finalmente termina su recorrido residiendo en el corazón. La publicidad se ve, se escucha y se siente. La próxima generación de ideas innovadoras deben llevarse a la práctica y no morir en la teoría, deben enamorar e impactar a todo aquel que se cruce en su camino. Imagen cortesía de iStock
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